Éramos estudiantes de medicina, dos más entre 1500. Solicitamos prolongar las prácticas de medicina en su despacho del hospital, nos aceptaron. Hace más de treinta años. Después llegó el periodo como médicos residentes, más tarde el trabajo diario. Han sido una referencia, nuestros maestros en este tiempo. Aún lo siguen siendo.
Nos enseñaban mientras trabajábamos cada día, en las consultas o en las habitaciones del hospital . Por la mañana, acercarse al paciente preguntándole ¿cómo pasó la noche?, antes de las preguntas minuciosas sobre su enfermedad. Nos enseñaron a realizar una exploración detallada, de la cabeza a los pies que, con frecuencia, empezaba tendiendo la mano para tomar el pulso y trasmitir confianza y consuelo. Anotar en la libreta las constantes y las pruebas que se solicitarán al paciente, para que nada se olvide. Buscar el diagnóstico mediante el análisis detallado de la información recogida. El cuidado en la redacción de la historia clínica para facilitar el seguimiento y la atención por otros profesionales. Nos han enseñado a responsabilizarnos del enfermo, que no podía quedarse solo, que tenía que saber que estábamos para ayudarle.
Ellos nos enseñaron a razonar, analizar las situaciones, preguntarnos porqué ocurrían los fenómenos biológicos. A conocer y comprender las causas de los síntomas, para ayudar al paciente. Nos enseñaron a ser amables, educados, cuidadosos con los sentimientos de quien está en situación de debilidad. Nos han enseñado que se necesita tiempo para hablar con las personas que se sienten enfermas, a preguntar con detalle, a escuchar las palabras e interpretar los gestos.
Ellos han trabajado con dedicación en el sistema público de salud y una de sus tareas ha sido formar a estudiantes y residentes de medicina. Lo han hecho bien, nos han enseñado lo importante para ejercer la medicina.
Muchas gracias.
Emilio Ramos. El Adelanto 13 marzo 2010