Hoy se celebra en toda España la prueba de acceso para el MIR. Están en juego unas 6000 plazas de diferentes especialidades ofertadas por la mayoría de los hospitales públicos, algunos privados y las unidades docentes de medicina familiar. Aquellos que accedan, comenzarán un periodo de formación de 4 o 5 años antes de obtener el título de especialista. La característica que define la formación MIR es que se trata de una formación práctica, con una responsabilidad creciente y tutelada. El éxito de esta fórmula ha sido manifiesto en la medicina hospitalaria a partir de su introducción en los años 70 y en la atención primaria desde finales de esa misma década.
El sistema permite que sobre estos médicos jóvenes recaiga gran parte de la atención en los servicios de urgencias hospitalarios y una parte de la atención habitual en centros de salud y hospitales. Esta gran actividad que soportan, posible por su juventud y su ilusión, debe ser convenientemente regulada por un Estatuto del Residente cuya salida a la luz pública se retrasa de forma injustificada y que debe impedir la utilización, no infrecuente, de estos sanitarios como mano de obra barata.
La patente insuficiencia de capacitación para ser médico que tienen nuestras facultades, es en gran medida suplida por este periodo formativo. El MIR completa la capacitación en conocimientos teóricos, sin duda en habilidades prácticas de cada especialidad y en el análisis crítico y la investigación médica. Es responsabilidad de los tutores capacitar a estos médicos en habilidades de comunicación y en valores éticos, quizás solo posible (y esta es la dificultad) con el ejemplo, y también en el conocimiento y defensa de nuestro sistema sanitario público, como forma de preservar una medicina de calidad, eficiente y sobre todo equitativa. Es en este último punto donde personalmente no encuentro un avance en los años transcurridos desde mis ya lejanos años de residente.
Aurelio Fuertes. El Adelanto 21 Enero 2006