Toda la sanidad para todo el mundo a coste cero y con listas de espera o que no haya espera pero sin un sistema público universal que oferte el total de prestaciones. Con algo así comenzó su conferencia el economista Vicente Ortún el otro día.
La sociedad tiene claro que su opción es la primera lo que no significa que no haya que exigir que las listas de espera se reduzcan al máximo en número y tiempo pero no solo eso.
Hay muchas medidas que aplicar desde limpiar la lista de lo que no responde a una espera real, optimizar el funcionamiento de los servicios, hacer autoconciertos con control estricto del rendimiento en horario normal, invertir en prevención, no medicalizar problemas que no son médicos sino sociales y empezar a priorizar la espera con arreglo a criterios clínicos y también sociales. Afrontar el problema con criterios cualitativos porque no todas las esperas son iguales y si realmente la sanidad pública no puede llegar a todo que se deje aquello que no haya demostrado ser necesario o útil.
En la definición de esos criterios de priorización debe participar la sociedad y el usuario tiene que conocer qué lugar ocupa en la lista en cada momento. Cifras reales, transparencia, criterios diáfanos de entrada y salida de la lista. Participar reduce la sensación de impotencia y de injusticia pero además deposita en la sociedad una parte de la responsabilidad y de la decisión de hasta dónde se puede llegar en la exigencia al sistema sanitario sin romperlo.
No utilicemos las listas de espera para descrédito del sistema público y justificación de medidas que favorecen intereses. Pongamos soluciones.
Concha Ledesma.
Publicado en «El Adelanto», 14 diciembre 2002