De antiguo venimos defendiendo algunos que debe incrementarse el presupuesto para sanidad; lo ciframos hace ya tiempo y puede estar en un 1% de incremento sobre el gasto actual (porcentaje de gasto sobre el PIB) para estar a la altura de las necesidades. La transferencia de las competencias sanitarias ha destapado con toda su crudeza el problema; un problema que no sólo es de financiación.
Las comunidades autónomas han de jugar con dos variables: la primera, la prestación efectiva de servicios sanitarios, pero también con le conjunto de intereses, lobis, electoralismos, situaciones locales, corporativismos… que en una comunidad son más próximos y con mayor capacidad de condicionar la gestión diaria. Y todo ello en un marco de crecimiento de gasto, de aumento de la exigencia social y sin la economía de escala que supone un microsistema.
Dentro de este contexto se eleva el clamor de los gobiernos autonómicos de mayor financiación de la sanidad. Creíamos que ya se había llegado a un acuerdo hace pocos años con el llamado pacto de financiación; entonces todos lo aceptaron y aplaudieron. ¿Qué ha pasado? Deberían explicarlo para mantener una mínima credibilidad en los políticos y en el sistema de gestión autonómico.
El gasto en sanidad es insuficiente; lo era en el pacto de financiación si se deseaba mantener unas cotas de inversión, prestaciones y renovación tecnológica que quiere la sociedad, pero dentro de esto se esconde un pozo de ineficiencia en ese gasto, de ineficiacia en la gestión, de ausencia de petición de responsabilidades a gestores, de establecimiento de condiciones particulares más beneficiosas en algunas autonomías, de incrementos de personal o salarios no bien justificados y muchos etcéteras.
Por todo ello, más financiación, sí, pero demostrando la buena gestión de los fondos; no se puede estar por financiar la ineficiencia, la insolidaridad o la inequidad.
Miguel González Hierro.
Publicado en «El Adelanto», 27 Agosto 2005