Si las inversiones en tecnología sanitaria pueden considerarse un índice de desarrollo social y económico, las cosas no nos van demasiado bien. Las inversiones per cápita en España (6% del gasto sanitario) son sólo el 30% de Alemania y el 50% de Francia. Refiriéndonos al área cardiovascular, uno de los pilares actuales del problema sanitario y según el último informe del Cardioforum de la Sociedad Española de Cardiología, se observa un acceso desigual del paciente a la terapia que se traduce en un nivel poco aceptable de inequidad del sistema y que se reproduce dentro del país cuando comparamos unas comunidades autónomas con otras. Desgraciadamente la tasa de implantación de alta tecnología (respecto a la carga de enfermedad) se relaciona casi exclusivamente con la riqueza autonómica.
Estos datos desconocidos hasta hace poco por el público y que acaban de ser publicados clasifican las CCAA en un ranking basado en la utilización de alta tecnología, situándose Navarra, País Vasco y Madrid a la cabeza frente a Extremadura, Cataluña, Asturias y Castilla La Mancha en la cola, con Castilla y León ligeramente por debajo de la media nacional.
La relación entre mortalidad o enfermedad (p. ej. infarto) y realización de procesos costosos como cateterismos y angioplastias o la utilización de alta tecnología (desfibriladores implantados, Stent, etc…) es relativamente proporcional a la riqueza per cápita de la CCAA. Todo ello a pesar del “buen hacer” de nuestros profesionales y de la aparentemente aceptable satisfacción de los usuarios que se confirma además con la existencia del “turismo sanitario” por el cual ciudadanos extranjeros aprovechan su viaje a nuestro país para recibir atención médica o españoles trabajadores residentes en una CCAA deciden recibir atención sanitaria en su CCAA de origen aprovechando las vacaciones y agravando así la relación enfermedad o paciente/gasto en las CCAA más pobres.
Maximiliano Diego.
Publicado en «El Adelanto», 9 Septiembre 2006