Claro que peor es para seis, como ocurre en algunas habitaciones del Clínico de Madrid…, pero tres en una habitación es multitud y sobre todo si son enfermos, y si además son enfermos con distintos hábitos culturales, distintas edades y diferentes problemas, desde el que se puede valer por si mismo hasta el que está en situación terminal. Tres personas inseparables, que no se han elegido entre sí, para compartir la hora de la comida, el servicio y el sueño (o el insomnio) y además aguantar a familiares y amigos. Y en un espacio reducido, que dificulta la labor de auxiliares y enfermeras y trastoca profundamente la intimidad del enfermo y la propia relación médico – paciente.
La humanización de la medicina no se acaba con el trato amable y correcto de los profesionales. Desde esta misma columna hemos venido repasando algunas otros aspectos que tienen que ver con ello, así el respeto al descanso, el derecho a una información clara y veraz y por supuesto el derecho a la intimidad, tan difícil en una habitación tan concurrida.
Existe sin duda un problema estructural económico y es prioritario mantener el número de camas hospitalarias, pero habrá que echar imaginación al asunto. En nuestra provincia es posible hacer todas las habitaciones hospitalarias para uno o dos enfermos (ocurre durante el verano), ya que hay suficientes camas de agudos. Será necesario hacer una nueva distribución de camas por servicio, y de una vez por todas abrir camas para enfermos de larga estancia, por ejemplo en Los Montalvos ( a pesar de todo tan desaprovechado).
Aurelio Fuertes
Publicado en «El Adelanto», 19 septiembre 1998