¡ Qué pereza volver otra vez sobre lo mismo!. Estoy desarrollando complejo de cangilón, como aquellos de las norias de nuestros pueblos, siempre dando vueltas a las mismas cosas.
Pasan los días y los años, los calores del verano sin calefacción, las esperas en Urgencias cuando la gripe… y el Hospital sigue igual, acumulando problemas. Allá por marzo o abril de 2001 (hace ya dos años y medio) se anunció que todo iba a cambiar, había un Plan Director, y desde estas mismas páginas le dimos la bienvenida. Era necesario cambiar la estructura de un hospital dividido en dos y ya obsoleto para las funciones que hoy debe cumplir. El Plan Director tenía en cuenta esto y parecía lógico optar por ello frente a la opción de hacer un hospital nuevo que llevaría más tiempo.
Pasados estos dos años tengo que admitir que quizás nos equivocamos. No es de recibo que después de este tiempo nada se haya iniciado. Ni siquiera hay un proyecto arquitectónico. No pueden servir disculpas: ni transferencias, ni cambios en el Sacyl. No se puede transigir con la actual situación, problemas como el del aire acondicionado de este verano no son admisibles, ni lo son que se sigan manteniendo las habitaciones de tres camas, las aglomeraciones de las consultas, ni las estrecheces de Urgencias o el seguir acumulando personal en el Clínico sin perspectivas de futuro. Eso sin citar los cambios funcionales prometidos y nunca realizados, como la integración de los Montalvos en un proyecto de cuidado de los enfermos crónicos o la creación de unidades imprescindibles en un hospital de tercer nivel. El coste en términos asistenciales y de motivación del personal es inmenso.
El gigante hospitalario duerme y los que mandan le están arrullando.
Aurelio Fuertes
Publicado en «El Adelanto», 6 septiembre 2003