En medicina se distingue bien entre causa: aquello que provoca la enfermedad, y síntoma: manifestaciones de la existencia de la misma.
Paradójicamente no somos capaces de aplicar esta distinción de forma tan precisa en el funcionamiento del sistema de salud.
Se tiende a sobrevalorar los síntomas y a ignorar la causa.
Síntomas de que algo va mal en nuestro sistema de público de salud, serían, la pérdida de calidad en un sentido amplio, el aumento de las quejas, la elevación de los casos en que se produce daño al paciente y el incremento de reclamaciones patrimoniales, la desmotivación y absentismo de los profesionales, el descontento popular, la deslegitimación del sistema por parte de la sociedad… Y, por supuesto, las demoras para acceder a pruebas y consultas, las listas de espera quirúrgicas, o la demora para acceder las consultas de atención primaria. Este último síntoma ha de resaltarse por las devastadoras consecuencias que tiene sobre todo el organismo sanitario, al lesionar uno de sus centros vitales: la accesibilidad, con consecuencias desastrosas para el resto del sistema.
Así, al igual que en medicina, actuar sobre los síntomas, puede y debe hacerse, pero siempre al tiempo que se busca la causa de la enfermedad, origen del síntoma.
Siguiendo esta similitud, causas de la enfermedad del SNS serían o podrían ser –por citar algunas relevantes-: el modelo adoptado, la voluntad de la administración en desarrollar efectivamente ese modelo, la financiación, el tipo de vinculación laboral de los profesionales, el tipo de organización, el profesionalismo de los gestores, la existencia de un procedimiento serio, riguroso e imparcial de control y evaluación del sistema y de su eficiencia, la capacidad de control de la gestión por parte de la sociedad (no solo su participación, sobre todo su poder decisorio), la aplicación de incompatibilidades estrictas entre ejercicio público y privado, o la titularidad pública o privada de los centros y servicios sanitarios.
Centrarse solo en los síntomas es condenar a medio plazo al fracaso de los esfuerzos. Es condenarse a la reaparición de los síntomas.
Ir a la causa, diagnosticar con precisión… y tratar. Esto en el caso del sistema sanitario tiene un alto componente ideológico, político. De ahí la dificultad. Pero si no abordamos la causa, el SNS seguirá enfermo.
Miguel González Hierro