Había una vez una joven que aseguraba que podía hilar la paja y convertirla en oro. El príncipe de aquel lugar le dijo: Aquí tienes la paja, si eso es cierto me casaré contigo, pero si no, morirás por mentirosa. Desesperada, lloraba, cuando se le presentó un personajillo y le dijo, yo te ayudaré a convertir la paja en oro, pero a cambio, cuando te cases con el príncipe, tu primer hijo será para mí. La joven, aceptó, enseguida, sin pensar en lo que pasaría cuando naciera su hijo y el enano viniera a cobrar su deuda.
Si nuestros políticos regionales siguen adelante con su idea de pagar la remodelación del hospital de Salamanca en la forma en que tienen pensado hacerlo, serán como esa joven mentirosa e interesada que no pensó más allá de su interés personal y momentáneo, para poder decir que han hecho el hospital nuevo, inaugurarlo y después, cuando el enano saltarín venga a cobrar su deuda, que lo vean otros.
Se proponen, que una empresa pague las obras del hospital, a cambio, de adjudicarle la explotación de una serie de servicios imprescindibles en principio no sanitarios, que deberán pagarle al precio que quieran exigir, pues están vendidos a ellos, con compromiso de 30 años. Puesto que no habrá forma de poder hacer frente a un gasto cada vez mayor, los ciudadanos tendrán que acabar pagando una parte o toda su comida cuando estén ingresados, el lavado de sus sábanas en el hospital, la limpieza de los pasillos, y un largo etc. de servicios que el hospital estará obligado a aceptar en las condiciones en que se les exija de acuerdo con lo establecido ahora, por los políticos de turno. O tal vez, entrarán en una dinámica de ofrecerles a cambio de su deuda, la provisión de otros servicios, ya sanitarios, siempre que resulten rentables.
En otras ciudades se han hecho las obras con dinero público y aquí ¿porqué no?
Concha Ledesma El Adelanto 9 Julio 2005