«El mal funcionamiento de la Atención Primaria colapsa las urgencias del hospital». «Los Centros de Salud no ofrecen suficiente calidad y los pacientes acuden masivamente al hospital». «Las listas de espera generadas por Atención Primaria impiden el buen funcionamiento del hospital». Con demasiada frecuencia se recurre a afirmaciones de este tipo en los medios de comunicación para justificar los males del sistema sanitario.
Estas afirmaciones injustas e infundadas no pueden ser consecuencia más que de la ignorancia. Quienes las hacen ignoran que la Atención Primaria (AP) es considerada por los pacientes mucho más satisfactoria que la Especializada, desconocen su alta capacidad resolutiva, ignoran que bastantes derivaciones a especialistas están motivadas por la gran demanda asistencial que soportan muchos médicos de AP (hasta 50-60 pacientes al día) y por la necesidad de realizar pruebas complementarias que están fuera de su alcance (estudios hay que lo demuestran), ignoran que en los últimos 6 meses un centro de salud rural y alejado del hospital ha resuelto 93 de cada 100 consultas médicas realizadas en su servicio de urgencias, y esto sin radiografías, sin análisis, sin personal auxiliar, abriendo la puerta, atendiendo al teléfono, conduciendo el coche, en el centro, en los domicilios o en la calle. Probablemente ignoran también que en AP se hace medicina preventiva y educación para la salud y que de ello se deriva seguramente una mejora de la salud de la población.
La Atención Primaria es mejorable, la Especializada también y la relación entre ambas inexistente. Quizá en ello radiquen algunos males.
José Luis Garavís. El Adelanto 13 septiembre de 2003