Los importantes esfuerzos acometidos en dedicación y presupuestos para gestión sanitaria, no parecen estar dando los resultados deseables si analizamos sus repercusiones reales sobre el paciente individual, o la proporción de personal sanitario asistencialmente sobresaturado, “quemado” o desmotivado, que empieza a ser alarmante.
Algunos informes recientes muestran estancamiento de los avances en mejoras de salud y atención a los pacientes.
Las propuestas de políticos y gestores (historia clínica única, tarjeta chip-sanitaria, etc…) aportan un mejor conocimiento de los procesos, pero hasta ahora, no parecen repercutir en la atención directa al paciente y no consiguen mejorar significativamente la aplicación de protocolos ni la excesiva variabilidad de la práctica clínica.
Se ha conseguido conocer mejor los procesos y la gestión clínica, sobre todo por parte de la administración; empleando para ello grandes sumas de dinero en tecnologías de la información, donde los gestores políticos no restringen el presupuesto al menos tanto como en otros equipamientos sanitarios.
Por el contrario, el atasco en pruebas complementarias y listas de espera (el mayor problema del sistema) es tan grande que va siendo necesario priorizarlas en función de la gravedad. La ausencia de protocolos o falta de aplicación de las guías de práctica clínica es una de sus causas.
La aplicación en los últimos años de incentivos económicos o el pago por objetivos, dirigido a objetivos concretos y a optimizar rendimientos, parece que no produce mejora de resultados en salud ni tiene impacto sobre la tasa de mortalidad (JAMA VI/07).
Como consecuencia, se están lanzando múltiples mensajes de algunos expertos proponiendo “reinventar el hospital” y transformarlo en un negocio-empresa del sector servicios, que funcione como un centro comercial donde los sanitarios sean socios preocupados por el producto, el cliente y la cuenta de resultados. Peligro a la vista.
Maximiliano Diego
Pubicado en «El Adelanto», 23 Junio 2007