Lo de Salamanca no hay quien lo entienda. Nuestros índices económicos y de productividad son los segundos más bajos de la Comunidad, seguimos bajando en el ranking sanitario, perdemos población, perdemos estudiantes en institutos y universidad. La otra gran empresa, el hospital, se deteriora progresivamente, y desde hace 6 años (¡si 6 años!) se nos promete periódicamente un nuevo hospital (Plan Director)… pero increíblemente parece que estamos contentos y volveremos a votar lo mismo. Vivimos en una ciudad conformista, somos una población resignada.
Cada cuatro años, antes de las elecciones, la Junta reactiva el plan director a bombo y platillo y nos dicen que tienen 200 millones de euros para el hospital; pero poco después (de las elecciones) no se los pueden gastar por que el alcalde y el presidente de la Junta (que sí acuden con alharacas a las presentaciones del plan) son incapaces de ejecutar los cambios urbanísticos necesarios para ello. Nos toman el pelo. Nos engañan con los transplantes y avances que vamos a hacer, pero los derivan a otras ciudades y hacen las inversiones en Valladolid, Burgos, León, Zamora… todas ellas con hospitales nuevos o reformados. Las condiciones de equipamiento tecnológico en algunas unidades o Servicios cuentan con equipos infinitamente peores que las de centros comarcales u hospitales del que somos centro de referencia.
Posiblemente nos lo merecemos porque no nos sublevamos. Somos pobres hasta para pedir y al parecer no tenemos de qué quejarnos. Incluso felicitábamos ingenuamente al gerente por el citado plan director en abril de 2001 y al parecer aún no saben si se habrá completado… en 2015. Mientras tanto se estancan casi todos los avances en resultados de salud.
En solitario no vamos a ningún lado. Algún partido, sindicato, asociación o entidad debería empezar ahora a organizar una reivindicación de lo que es justo. ¿Quién va a iniciar las gestiones para manifestarnos sobre ello?
Maximiliano Diego.
Pubicado en «El Adelanto», 22 septiembre 2007