Creemos que por fin después de siete años el Plan Director va a seguir adelante. Nos abruman con titulares que desgraciadamente solo despliegan antes de las elecciones. Los salmantinos pueden estar ilusionados con este proyecto, que de ejecutarse será una de las mayores inversiones en los próximos años. Desconocen el coste en problemas e incomodidades tal y como ha sido diseñado.
Es preocupante la nula disposición de autoridades y gestores para hacerlo participativo a quienes conocen y sufren desde hace 30 años la problemática del hospital. Un buen proyecto arquitectónico no es suficiente para no desconfiar que acontezcan los mismos errores que se cometieron en la puesta en marcha del actual centro, ahora en vías de demolición, y que han supuesto interminables reformas y adaptaciones que lo hacen irreconocible respecto a sus inicios.
La ausencia de los gestores en los debates nos hace pensar que no tienen un proyecto funcional, ni tienen claro las unidades funcionales que van a poner en marcha. No dan explicaciones ni quieren debatirlo y posiblemente cuando surjan problemas ya no tendrán remedio, como sucedió anteriormente. Esperemos que el futuro no se concrete como en alguno de los nuevos centros de ciudades vecinas, donde el criterio planificador prioritario está siendo tonto el último. Cada jefe negocia sus espacios y dotaciones según su capacidad, influencia, poder o ideología.
En el aire quedan serias dudas de si existen intenciones de privatizar, externalizar servicios y prestaciones o reconvertir plantillas. Tenemos derecho a conocer y valorar la ejecución del proyecto y los problemas y consecuencias derivados del mismo o de una deficiente planificación previa nunca debatida. Mientras tanto, nos esperan años de obras, atascos, traslados, ruidos, contaminaciones… en los que las listas de espera, aparcamientos, higiene, condiciones de trabajo, etcétera, se agravarán significativamente.
Maximiliano Diego.
Pubicado en «El Adelanto», 22 diciembre 2007