Regreso a Salamanca de un Congreso de Medicina de Familia en Santander . Voy mirando por la ventanilla del autobús, contando los clubs de prostitución… uno , dos , tres , cuatro…. Pienso en cómo será la vida dentro de esos locales . Pienso si las mujeres que allí ejercen la prostitución lo hacen por su voluntad. Pero ¿qué es por su voluntad?. Si allí, en un pueblo al sur del Sahara, esperan los euros que puedas enviar para levantar una casa , para comer mejor, para comprar medicinas y no hay otra cosa, ¿cuánta capacidad de decisión tienes? . ¿Tienes posibilidad de elegir si el mafioso que te trajo a España con la promesa de trabajar en un hotel precioso te pega, te somete a violaciones repetidas y amenaza con hacer daño a los tuyos que viven en un pueblecito al norte del Danubio?.¿ Llorarán las prostitutas por la mañana cuando miren la foto de la indiecita que dejaron allá en el Dorado, la niña que soñaba con vivir como los gringos mientras veía la telenovela en su choza de techo de palma , aquella muchacha que tomó el avión y vino a Madrid , que debe a un chulo muchos euros por el viaje, una infinita , impagable , falsa deuda?.¿Saldrán a pasear cada día al menos media hora las prostitutas?. ¿Comerán de forma saludable?. ¿No fumaran ,tomarán poco alcohol?.¿Se harán hacer citologías? .¿Usarán siempre preservativos sus clientes?. ¿Las pegaran mucho?.¿ Aguantaran el asco con los clientes? . ¿Les dolerá?. ¿Vivirán dentro de cinco años?.¿Qué será de ellas cuando ya no sean “rentables”? . ¿Por qué somos complacientes con el negocio de la prostitución y con los proxenetas grandes y pequeños?.¿Por qué no luchamos las instituciones y los individuos contra esta forma de explotación y de violencia contra las mujeres?. En una ventana del último club veo tendida una blusa y ropita de niño pequeño .¿Por qué están ahí?.
Emilio Ramos.
Publicado en El Adelanto, 17 Junio 2006