La Ministra de Sanidad acaba de anunciar que, después de evaluar el cumplimiento de la Ley de Medidas Sanitarias frente al Tabaquismo del año 2005 y comprobar que su impacto en términos de salud pública está agotado, el gobierno se plantea prohibir fumar en todos los espacios públicos cerrados.
Durante estos años los profesionales sanitarios hemos reivindicado una nueva Ley que, sin dejar margen para la ambigüedad o la interpretación, prohibiese completamente fumar en todos los espacios públicos cerrados.
Poco a poco se han ido añadiendo a esta reivindicación otros sectores profesionales (merecen especial reconocimiento algunos medios de comunicación) y sociales que han producido un clamor popular que no podía dejar de escucharse por mucho tiempo: el 74% de todos los españoles y el 62% de los fumadores, se manifiestan a favor de prohibir fumar en espacios públicos cerrados.
En Junio, el Congreso instó al gobierno a analizar el cumplimiento de la Ley del 2005 y proponer las medidas necesarias para garantizar la salud de los no fumadores. La respuesta solo puede ser una y la acaba de dar la Ministra. Sin embargo, para no repetir errores de bulto como los cometidos durante el trámite parlamentario de la Ley vigente, es preciso que la sociedad exija a todos los partidos políticos un consenso completo para que todos se sientan protagonistas de la misma y garantes de su cumplimiento (especialmente los dos partidos mayoritarios PSOE y PP) y que ninguna administración pública vuelva a echar arena sobre los engranajes de la Ley.
Además de prohibir fumar en espacios públicos cerrados, se deberían incluir otras dos medidas fundamentales: el aumento de los precios del tabaco hasta la media europea, y el apoyo a los fumadores que deseen dejar de fumar, para lo que es necesario crear una red de atención especializada al fumador e integrar los tratamientos para la dependencia del tabaco en las prestaciones farmacéuticas del Sistema Nacional de Salud, medidas ambas que se pueden financiar con la subida de los impuestos del tabaco.
Miguel Barrueco. El Adelanto 8 agosto 2009