Amigo Luis:
Es la madrugada de un domingo en que debería estar descansando y no lo hago porque ahora y siempre estás en mi pensamiento; estoy contigo y quiero que lo sepas: Luis, no te sientas solo; mucha, mucha gente está a tu lado, agradecidos de ser tus amigos, tus compañeros, tus pacientes; deseando poder disminuir al menos un poquito la angustia que el curso de la vida te ha obligado a soportar en los últimos meses.
La vida a veces parece no tener sentido, la tuya hasta ahora, lo tiene para todos nosotros. No quiero hablar de recompensas por tus horas de dedicación, y a qué bajo coste para el Estado, incluso en los momentos de mayores discrepancias ideológicas. Eres un hombre de fuertes convicciones religiosas y puedes estar seguro de que hasta la estrella más remota llega el eco de nuestro cariño y agradecimiento por vivir y trabajar contigo, por permitirnos participar y disfrutar un poco del amor y la felicidad que has irradiado a tu alrededor. Personalmente, gracias por ser como eres.
Profesional y socialmente, desde la Sanidad Pública, desde tus pacientes y compañeros, recibe nuestro apoyo. Animo y sigue luchando que sólo por nuestra pobre inteligencia y capacidad humana la conclusión puede parecer absurda. Estamos contigo.
Maximiliano Diego El Adelanto 27 Noviembre 1999