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Otra vez ha tenido que llegar la epidemia de gripe para que salgan a la luz las verdaderas necesidades sociales y sanitarias de nuestra provincia, los vicios y las virtudes de nuestro sistema sanitario público. Solamente unos días de crudo invierno y la perseverancia de un virus han bastado para abrirnos los ojos a nuestra realidad. Estamos en una provincia tremendamente envejecida y donde los cuidados de nuestros ancianos están muy poco considerados. Se han llenado los hospitales de viejos, muchos de los cuales viven solos, frecuentemente con escaso contacto con los servicios sanitarios de atención primaria y con muy escaso apoyo social, casi siempre lo que más necesitan. Los servicios de urgencias otra vez se han colapsado. De nuevo hay que destacar la dedicación de los profesionales de este servicio, por supuesto incluidos los Residentes, y del resto de personal del hospital, con especial mención a la enfermería del área médica. También la Administración ha quedado aquí retratada, imprevisión y gestión de cortas miras: no se puede ahorrar en personal de apoyo, ni se puede resolver la falta de recursos humanos con «contratos basura», así no se solucionan los problemas y solo se consigue «quemar» a los profesionales que sostienen el sistema día a día.

Lo dicho, sabia gripe que nos enseña nuestras miserias. ¿Seremos suficientemente inteligentes para aprender la lección o tendremos más de lo mismo para el año que viene?

 

Aurelio Fuertes.

Pubicado en «El Adelanto», 12 febrero 2005

 

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