Asociación para la defensa de la sanidad pública

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Vivimos en una sociedad que ha olvidado que las ventajas sociales de las que disfruta y que suelen denominarse como «estado del bienestar» fueron conseguidas mediante un ejercicio colectivo de solidaridad que comenzó a finales del siglo XIX y se ha extendido hasta el final del XX. Uno de esos beneficios es la sanidad pública que tiene carácter gratuito y universal.

Al igual que otros logros sociales la sanidad pública esta sometida a debate por considerarse que su mantenimiento económico es insostenible si no se somete a reformas de calado. España tiene una sanidad pública que ofrece a cualquier ciudadano desde la asistencia médica más elemental hasta un trasplante si resulta necesario.

El sistema sanitario español, posiblemente el mejor del mundo, es además barato y sostenible. El mito de su no sostenibilidad es interesado. Hay que decir en primer lugar que es el más barato de todo el mundo desarrollado: el porcentaje del PIB que España dedica a sanidad es entre dos y tres puntos inferior al francés y a otros sistema europeos y cuesta a los españoles la mitad de lo que cuesta a los ciudadanos estadounidenses un sistema que deja fuera del mismo a 50 millones de personas. Por tanto, es un sistema que con un porcentaje del PIB muy inferior ofrece una asistencia de primera calidad y a todos por igual.

En segundo lugar es barato porque el personal que trabaja en el lo hace con sueldos muy inferiores a los que cobran otros sectores mucho menos cualificados de nuestro país, y desde luego mucho menos de lo que cobran sus homólogos europeos y a pesar de ello cuenta con la identificación de la mayoría de sus profesionales con el mismo, ya que un alto porcentaje de ellos solo han trabajado en el sistema público y no conciben otra posibilidad.

En tercer lugar no es cierto que los clientes del sistema, los pacientes, abusen del mismo porque es gratuito. Puede que algún porcentaje reducido de la población lo haga, pero la gran mayoría lo usa con responsabilidad y sectores como urgencias que soportan una mayor presión asistencial es por la existencia de ineficiencias del sistema que no se abordan decididamente.

La responsabilidad de pacientes y personal sanitario contribuye a su sostenibilidad, y aunque su gestión sea mejorable, no deberíamos aceptar que se cuestionen las bases del sistema.

 

Miguel Barrueco. El Adelanto 6 Noviembre 2010

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