Parece que la tarta de la sanidad se está empezando a repartir. Que si a cambio de la explotación de determinados servicios nos construyen un hospital, que si hago conciertos con compañías afines para afrontar listas de espera…..
Si una empresa, quiere entrar en el mercado, al principio, seguro que sus ofrecimientos, sobretodo a nivel publicitario, serán los más atractivos. Pero con el tiempo se irán cumpliendo sus objetivos primordiales que no son otros que conseguir beneficios; ello casa difícilmente con criterios de igualdad para todos, que es un principio básico de nuestra sanidad pública. Los recursos se disponen de la forma más eficiente posible (aunque se necesitan más para afrontar nuevas necesidades) y llegan a todos los ciudadanos independientemente de su lugar de residencia o nivel social ;esto es difícil de sostener en un sistema no centralizado de servicios.
Pensando en nuestra tierra, con dos características que la marcan de forma irreversible, como son el envejecimiento y el despoblamiento progresivo de sus zonas rurales, se me antoja improbable en nuestros pueblos la rentabilidad , a no ser que se recorten las prestaciones, o más bien los derechos ganados en los últimos años.
Los consejos de salud , de área o locales, con sus representantes comunitarios al frente, deben estar vigilantes en este proceso; estas instituciones, absolutamente cercanas a la población, a la cual representan, pueden jugar un papel primordial, sirviendo de nexo con los ciudadanos.
Lógicamente, tienen más información que el resto y pueden prever las consecuencias a medio plazo de políticas que, de momento, parecen aportar algo y luego resultan traer perdidas. Habrá que pensar si no es mejor conservar lo que se tiene, buscando la mejora de la calidad, que los cantos de sirena de los que persiguen otros intereses.
Equiparar negocio y salud es cuanto poco perverso ; ¿será solo un mal sueño?.
Antonio Julián Martín. El Adelanto 20 Agosto 2005