Ya están transferidas las competencias sanitarias a todas las Comunidades Autónomas, y ahora comenzamos a ver o a intuir otros problemas.
Unos fáciles de anunciar, no existe un modelo sanitario claro en nuestra Comunidad y eso se acabará notando. Otros, más difíciles de percibir y de definir, tienen que ver con la articulación del S.N.S., ahora ya compuesto por 17 servicios regionales de salud.
Cada comunidad va abordando sus problemas desde su particular óptica, con sus medios y según su experiencia. Ante problemas similares se va recurriendo a acuerdos parciales entre Comunidades o bien entre Comunidades y Ministerio de Sanidad.
Se detecta una pérdida de horizonte amplio para resolver los problemas más inmediatos, una carencia de proyecto sanitario de estado, un déficit de información y colaboración a nivel nacional…
Uno de los riesgos de esta fragmentación en el desarrollo de los distintos subsistemas sanitarios es el de vulnerar la equidad, que se establezcan elevadas diferencias entre residentes en distintas comunidades; otros riesgos más intangibles, son la insolidaridad, la indefinición de un modelo sanitario nacional y el desarrollo divergente de los servicios regionales.
Evitar estas distorsiones, garantizar un desarrollo armónico y uniforme del sistema y salvaguardar la equidad de acceso y prestaciones para todos los beneficiarios, solo podrá hacerse desde un mayor protagonismo del Ministerio de Sanidad, desde una norma de coordinación que refuerce los principios de la Ley General de Sanidad, potencie el Consejo Interterritorial y tenga el suficiente consenso.
Eso sí, para ello el Ministerio deberá tener suficiente credibilidad y peso político.
Miguel González Hierro.
Publicado en «El Adelanto», 27 Abril de 2002