Personalmente creo que la gestión de la Junta de CL es muy deficiente; en sanidad, además, carece de proyecto. Así que el panorama que veo, si no negro, es muy gris.
Salamanca, suma a esto un plus de penurias: cuestionamiento de la eficacia de gran parte de los directivos, lentitud en la solución de conflictos puntuales, inexistencia de inversiones de cierta entidad, falta de financiación del plan director del hospital…
Pero hete aquí que sobre este sombrío cuadro que pinto, se da a conocer la encuesta realizada sobre opinión sanitaria en nuestra provincia por «El otro 2002», y sus resultados desmienten en gran medida lo dicho: la gente no está tan descontenta, no importan demasiado las carencias de medios y profesionales, altos porcentajes del «no sabe/no contesta», mayor valoración en el medio urbano de la sanidad privada sobre la pública; sí importan las listas de espera, pero…
De esos resultados saco, a botepronto, algunas conclusiones: los gestores del sistema venden estupendamente lo que hacen, incluso lo que no hacen; cuenta la imagen que trasmiten, no la realidad en sí misma. Otra: la clase media urbana –decisiva- ha optado por solucionar sus problemas de la forma más pragmática, al margen de consideraciones ideológicas. Política y sociológicamente esto último es estremecedor; se opta no por exigir la reforma de un sistema equitativo y de progreso, y por la solución individual de los problemas. Un símbolo de que la sociedad civil agoniza, y no en el sentido unamuniano de lucha por la vida, sino en el más prosaico de casi muerte.
¿Dónde nos estamos equivocando? ¿o será cierto que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen?
Miguel González Hierro.
Publicado en «El Adelanto», 31 Agosto de 2002