La asistencia sanitaria pública pretende mejorar la salud de la población aplicando conocimientos científicos y protocolos de trabajo establecidos, con la competencia y medios técnicos y humanos suficientes para ello. Parece evidente que quien más recursos tenga podrá hacerlo mejor.
En la asistencia privada el objetivo primordial (no parece que inviertan altruistamente su patrimonio por amor al prójimo) es el beneficio económico, garantizado por un volumen suficiente de clientes. Asegurar la relación con el cliente/paciente conduce a una medicina de complacencia, dicho de otra manera, medicina a la carta en la que las indicaciones de técnicas diagnósticas y terapéuticas son diferentes a las aplicadas en la sanidad pública siendo así más barata por infradotación de medios, a veces muy necesarios.
El paciente lo sabe pero también que la parasitación de lo público por lo privado (utilizándolo cuando precisen medios más sofisticados o de mayor riesgo) le permite acceder por un atajo a dichos recursos, de la mano de su médico particular. Por eso paga a veces y no siempre porque crea que fuera del Servicio público va a conseguir mejor resultado para su salud, ya que el ámbito privado no reúne con frecuencia los medios necesarios para una correcta actuación.
Maximiliano Diego 25 Septiembre 1999