La demanda sanitaria crece, entre otras importantes razones, porque muchos ciudadanos consideran los servicios médicos como un bien de consumo (mucha gente parece que piensa que cuanto más gaste, mejor para él). Paradójicamente, a la vez que este uso consumista y por tanto devaluado de la atención sanitaria, hay mucha confianza en los beneficios de someterse a actuaciones médicas.
Sin duda, la demanda no crece sólo por iniciativa de los ciudadanos, pues, la genera también el propio sistema: Tal vez fue el Dr. Knock el que dijo esta frase tan cínica: «No hay personas sanas, sino personas insuficientemente estudiadas». Este médico, personaje de comedia francesa de gran éxito durante décadas, trabajaba para si mismo, y sus ganancias dependían de su capacidad de persuadir a la gente de que se encontraban tan enfermos como para necesitar sus servicios.
Desde luego, no es este el caso de los médicos que trabajan para el sistema público y sin embargo, también en nuestro sistema sanitario, se practica con demasiada frecuencia, una medicina con sobreactuación. Una de las causas puede ser la presión que la sociedad ejerce sobre el médico/sistema, por lo cual, éste intenta asegurarse, llevando hasta el final las posibilidades diagnósticas, pues, nadie suele quejarse de haber sido estudiado en exceso. Incluso si los estudios o los tratamientos trajeron complicaciones y eran innecesarios; siempre se dirá (con razón) que hicieron todo lo que pudieron.
Hay herramientas que ayudan a reducir la variabilidad, debida a todo ese juego de subjetividad, presión, consumismo, medicina defensiva etc. y que afecta tanto a los procesos organizativos como clínicos. La herramienta consiste en trabajar con protocolos, guías y vías clínicas. Pero, nadie se moleste si digo, que también los ciudadanos deberían poner algo de su parte.
Concha Ledesma. El Adelanto 15 Julio 2006