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Supongamos un pueblo de 100 habitantes con un hospital que tiene 6 trabajadores y cada uno gana 100. El gasto total del hospital es de 600.
De los 100 que se benefician del hospital, 20 personas ganan 100 y las otras 80 ganan 50. Como los impuestos son progresivos, los 20 que ganan 100 pagan el 10% y entre todos aportan al hospital 200. El resto, paga el 5% y entre los 80 aportan 400.
El hospital se privatiza. Ahora cuesta 6 a cada ciudadano mientras antes costaba a unos 10 y a otros 5 según su renta. Los de renta baja no pueden pagar y dejan de ir al hospital. Puesto que hay menos demanda, el personal se reduce de 6 a 2. Así que el hospital ahora cuesta 200. Para mantenerlo, cada uno de los 20 ciudadanos a los que atiende tiene que pagar 10, es decir, lo mismo que al principio.
¿Quién gana y quién pierde en este cuento que me contó un alumno de Medicina?
Los 20 “ricos” tienen ahora un médico para cada 10 al mismo precio que antes tenían uno para cada 16.
Los 80 “menos ricos” se han quedado sin un servicio básico, su salud se ve afectada, el rendimiento de su trabajo decae, las expectativas vitales disminuyen, alguna gente no tiene nada que perder y explota. Se ha generado un grave problema social y humano que repercute en la vida cotidiana de todos, en su riqueza y bienestar. Los “ricos” ya lo son menos y están más inseguros. Su salud también se resiente.
Hace unos días y después de una larga pelea, los trabajadores de la lavandería del hospital de Salamanca, han conseguido que se de marcha atrás en la privatización de ese servicio. Para ellos es un derecho y para todos los demás es un símbolo y un ejemplo. La tendencia privatizadora de los políticos de Castilla y León, afecta tanto a servicios no sanitarios como la lavandería, a servicios sanitarios, a la construcción de un hospital como en Burgos, a la gestión etc. Sin embargo, nadie gana con la privatización de los servicios públicos básicos. Defender el Hospital Público, conviene a todos.

 

Concha Ledesma.

Pubicado en «El Adelanto», 14 Julio 2007

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