Como profesionales de la salud, asistimos con espanto a la masacre del pueblo palestino en Gaza. La razón de ser de nuestro trabajo es mejorar la salud y preservar, en lo posible, a los seres humanos de la enfermedad y la muerte, por eso no podemos permanecer impasibles ante esta bárbara agresión. La paz es la primera premisa para la salud.
Una de las herencias más vergonzosas que arrastramos del pasado siglo XX es la aparición de una nueva forma de guerra, caracterizada por la desproporción de fuerzas entre atacantes y atacados, el uso ofensivo de armas de destrucción masiva y el elevado número de víctimas producidas entre la población civil». Así comenzaba la carta remitida al director de este diario por la ADSP de Salamanca el 13 de febrero de 2003 con motivo de la guerra de Irak. La historia se repite, sólo he cambiado el topónimo.
Dos semanas de furibundo ataque contra el territorio palestino de Gaza han dejado cerca de setecientos muertos y más de tres mil heridos, la mayoría de ellos civiles. Según fuentes tan poco sospechosas como Cruz Roja, la situación sanitaria en la franja de Gaza es dramática: faltan medicamentos básicos, con lo a que a las muertes directas producidas por el ataque habrá que añadir las que se estén produciendo debido a la falta de estos fármacos. Los hospitales están saturados, no tiene personal ni medios suficientes para atender la avalancha de heridos y sufren constantes caídas de electricidad. Las ambulancias tardan horas en recoger a los heridos, muchos de los cuales mueren antes de ser atendidos. Comienza a haber desabastecimiento de agua potable y hace días que escasean alimentos y productos de primera necesidad. Y, encima, los habitantes de Gaza ¡ni siquiera tienen la posibilidad de huir!
Como ciudadanos y profesionales de la sanidad, queremos trasmitir nuestro apoyo y solidaridad con el pueblo palestino y hacemos una llamada a la comunidad internacional y especialmente a nuestro Gobierno para solucionar el conflicto por la vía pacífica.
Una de las herencias más vergonzosas que arrastramos del pasado siglo XX es la aparición de una nueva forma de guerra, caracterizada por la desproporción de fuerzas entre atacantes y atacados, el uso ofensivo de armas de destrucción masiva y el elevado número de víctimas producidas entre la población civil». Así comenzaba la carta remitida al director de este diario por la ADSP de Salamanca el 13 de febrero de 2003 con motivo de la guerra de Irak. La historia se repite, sólo he cambiado el topónimo.
Dos semanas de furibundo ataque contra el territorio palestino de Gaza han dejado cerca de setecientos muertos y más de tres mil heridos, la mayoría de ellos civiles. Según fuentes tan poco sospechosas como Cruz Roja, la situación sanitaria en la franja de Gaza es dramática: faltan medicamentos básicos, con lo a que a las muertes directas producidas por el ataque habrá que añadir las que se estén produciendo debido a la falta de estos fármacos. Los hospitales están saturados, no tiene personal ni medios suficientes para atender la avalancha de heridos y sufren constantes caídas de electricidad. Las ambulancias tardan horas en recoger a los heridos, muchos de los cuales mueren antes de ser atendidos. Comienza a haber desabastecimiento de agua potable y hace días que escasean alimentos y productos de primera necesidad. Y, encima, los habitantes de Gaza ¡ni siquiera tienen la posibilidad de huir!
Como ciudadanos y profesionales de la sanidad, queremos trasmitir nuestro apoyo y solidaridad con el pueblo palestino y hacemos una llamada a la comunidad internacional y especialmente a nuestro Gobierno para solucionar el conflicto por la vía pacífica.
José Luis Garavís.
Pubicado en «El Adelanto», 10 Enero 2009