La Sanidad es una actividad que exige profesionales altamente cualificados. Su ejercicio tiene lugar en el marco de instituciones o empresas que son comunidades de aprendizaje y práctica profesional, con limitaciones presupuestarias, como cualquier otra empresa, pero donde los profesionales con sus decisiones diarias condicionan la parte más importante del gasto.
Este desempeño profesional exige una gran motivación e identificación con los pacientes y con la empresa.
Durante muchos años se trató de fomentar su implicación mediante una cultura basada en la identificación con los objetivos, la participación y el propio desarrollo profesional. Simultáneamente se introdujeron nuevos conceptos, como la mejora de la calidad asistencial y de la seguridad de los pacientes, todo ello con el objetivo de ofrecer una asistencia de la que todos, profesionales y pacientes, estuvieran satisfechos. Con estos planteamientos se buscaba alcanzar,demás de la eficacia, la eficiencia.
En esta actividad profesional, a falta de una remuneración salarial adecuada (los médicos españoles son de los peor pagados en Europa), la motivación se basa en el deseo de alcanzar el reconocimiento y prestigio profesional (los médicos españoles son los profesionales más y mejor reconocidos por la sociedad), lo que favorece la calidad y la innovación tecnológica y permite desarrollar también las casi altruistas funciones docentes e investigadoras.
Durante muchos años se ha realizado un esfuerzo de aproximación de ambas culturas: profesional y empresarial. En estas estábamos cuando llegó la crisis. La restricción presupuestaria y los cambios organizativos amenazan con llevarse todo por delante. La restricción en los presupuestos significa, en muchos casos, no disponer de los recursos técnicos y humanos necesarios para desarrollar la actividad con los criterios de excelencia a los que todos nos habíamos acostumbrado. El aumento de la jornada, la sobrecarga asistencial, la disminución salarial y la jerarquización mal entendida dificultan la otrora buscada cultura de identificación con la empresa.
Señalaba Costas Lombardía recientemente en El País que el sistema sigue desde hace años una política laboral aberrante de sueldos bajos, torpe igualitarismo, menosprecio del esfuerzo y del mérito e inseguridad en el empleo para los jóvenes, y que todo ello justifica sobradamente el malestar profesional.
Cualquiera que conozca bien el ámbito sanitario sabe que existe un sentimiento generalizado de desmotivación y desánimo que se añade al pesimismo cultural y social que se está instaurando en la propia sociedad. Es precisa una reacción profesional y social que cambie el estado fatalista que amenaza con llevarse por delante el Estado del Bienestar y, entre otras cosas, la Sanidad pública tal y como hoy la entendemos. A pesar de la crisis, es preciso mantener valores como la dedicación al trabajo bien hecho o el reconocimiento del mérito profesional como únicos instrumentos capaces de revertir esta situación. No basta sólo con mantener la terminología anterior en el lenguaje o con redactar documentos que no se pueden llevar a la práctica por la falta de recursos.
Todo ello no cambiará la realidad. En situaciones de crisis como la actual es cuando resulta más necesario recuperar la cultura médica basada en los valores profesionales y dedicar todo el impulso a mejorar la atención diaria a los pacientes. El resto pueden ser sólo fuegos de artificio, brillantes pero efímero
Miguel Barrueco , 19 de Enero de 2014.
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