Aunque todavía es valorada positivamente por la población, la atención sanitaria en los Centros de Salud arrastra problemas que lejos de resolverse se están agravando por la política que se les aplica y por la escasez presupuestaria. En un país donde se supone que la Atención Primaria (AP) es la base del sistema, ésta sólo se lleva el 16% de gasto sanitario público, uno de los más bajos de Europa.
Así pues, la base se contrae y el sistema se verticaliza (menos Primaria y más Hospital). Sin negar las necesidades y problemas que también existen en el hospital o justamente por ellos, la AP debe tener más capacidad resolutiva, se le debe permitir el acceso a pruebas y procedimientos diagnósticos (Resonancia, TAC, endoscopias) que le son vetados a pesar de tener indicación clara y protocolizada. La consulta de alta resolución en AP, pasa además de por un presupuesto suficiente, por eliminar burocracia y evitar que la tecnología sea patrimonio exclusivo de los especialistas hospitalarios. Precisa también una vía de comunicación fluida entre el Centro de Salud y el Hospital.
Primaria que era la puerta de entrada al sistema, el lugar donde se resuelven la mayor parte de los problemas de salud, el lugar de acceso a cuidados y recursos según necesidad y oportunidad, se está convirtiendo en “puerta de salida”; es el despacho donde los médicos se ven convertidos en burócratas, amanuenses, al servicio de otros elementos del sistema, sean especialistas, urgencias, emergencias, gestores, mutuas, inspectores, servicios sociales, farmacéuticos, INSS etc.
Añadamos a esto el trato que se da a los recursos humanos; la plantilla en términos globales, es insuficiente y todavía sigue mal distribuida, a pesar de la reciente reestructuración en Castilla y León. La pérdida global de tiempo de trabajo de médicos y de enfermería por la falta de cobertura de ausencias vacacionales o de otras causas, se traduce en tiempo sin asistencia y si nos referimos a los Centro urbanos vemos un fenómeno desconocido en AP como es una lista de espera de hasta 7 días y una sobrecarga de trabajo incompatible con un desempeño seguro. Y aún en días sin acumulación del trabajo del compañero ausente ¿Dónde colocar la formación, la investigación, el tiempo para la organización de la consulta, el tiempo para la lectura tranquila de informes y pruebas pendientes, la visita a los “invisibles”, las actividades de prevención…?
Se podría conseguir algo de tiempo si se hubieran implantado ya las aplicaciones propias de la era de la Información y Comunicación que llevan años en otros lugares: la historia única electrónica y la receta electrónica, entre otras. Si esto llegara, mucho nos tememos que serviría para justificar nuevas reducciones de plantilla en lugar de facilitar el trabajo a los profesionales y dejar más tiempo para las tareas referidas.
El mal funcionamiento de las herramientas informáticas disponibles y los problemas que acarrean son desesperantes en el día a día, mención especial a los compañeros que trabajan en el medio rural con portátiles. Es necesario renovar los ordenadores, instalarlos sobre sistemas que sean seguros y eficaces. Falta Invertir en Consultorios Locales y Centros de Salud donde las instalaciones se están poniendo viejas y hace años que la dotación para equipamientos brilla por su ausencia.
Si a todo lo expuesto añadimos la mala calidad del poco trabajo disponible y la escasa perspectiva de desarrollo profesional, no podemos extrañarnos de la falta de “querencia” de los jóvenes licenciados por la Medicina de Familia. La Universidad, por su parte, no ha llegado a asimilar en estos 35 años, la importancia de esta especialidad que debe ser conocida y valorada durante la carrera, para que al llegar al MIR, el estudiante que consiga ”solo” ser Médico de Familia, no lo vea casi como un fracaso, cuando es, o debería ser, el verdadero médico de una medicina integral , humanizada y sostenible.
Publicado en el Norte de Castilla por ADSP Salamanca el 5 julio 2014