La preocupación ante el debate social motivado por los llamados «botellones» ha llevado a los ayuntamientos a tratar de regular el desarrollo de los mismos, no sabemos si por sus competencias en la promoción de la salud o por simples cuestiones de orden público. Ante el debate social generado los grupos políticos han mostrado también su interés en desarrollar una Ley que regule y controle el consumo de alcohol, especialmente entre los jóvenes y especialmente por lo que hace referencia a su consumo en la calle.
Es de desear que en este caso no suceda lo que ha sucedido con la Ley reguladora del consumo de tabaco, que a pesar de ser aprobada por unanimidad en el Congreso de los Diputados, su aplicación práctica ha sido incomprensiblemente objeto de enfrentamientos entre las distintas administraciones públicas competentes en el tema poniendo en riesgo el objetivo principal de la misma que no es otro que defender la salud de la población.
En el caso del consumo de alcohol por los jóvenes las administraciones deberían saber que, como en el caso del tabaco, existen importantes intereses económicos que inducen a los jóvenes a consumir alcohol (aunque en este caso esos mismos intereses empujen al consumo en recintos cerrados) y que esos sectores influyentes no renunciarán fácilmente a sus ganancias económicas.
Por ello, deberíamos exigir a nuestros representantes que aborden el problema desde la perspectiva de la salud y que a la hora de prevenir el consumo de alcohol por los jóvenes sean capaces de ofrecer mayor resistencia a las presiones comerciales y a la vez eviten enfrentamientos entre las distintos administraciones públicas para que los ciudadanos podamos percibir mayor coherencia en sus actuaciones en temas de salud pública.
Es posible que en el futuro los temas relacionados con la salud tengan un mayor peso a la hora de decidir a quien votamos y por ello nos gustaría ver recogidos estos aspectos en los programas políticos con los que ellos van a concurrir a la próximas elecciones municipales y autonómicas pidiendo nuestro voto.
Miguel Barrueco El Adelanto 4 Noviembre 2006