En 1901 el neurólogo alemán Alois Alzheimer reconoció a Auguste D., paciente de 51 años con signos de demencia. Aquel fue el primer diagnóstico de una enfermedad que lleva su nombre.
Ahora todo el mundo habla del alzheimer, esa enfermedad incurable que afecta a millones de personas en el mundo, algunas de ellas famosas y esto hace que siga siendo una enfermedad peculiar. Salamanca será próximamente la sede de un centro nacional de referencia de esta y otras demencias. Parece que esta vez va en serio. Obras avanzadas, algunos nombramientos, en fin, todo apunta a que el evento está cerca.
El Plan Director del Hospital no tiene fecha, se han dado varias, y una se hace un lío. Es bueno que comencemos a practicar un poco de gimnasia mental, así estaremos entrenados en el mantenimiento de la memoria, que buena falta nos hace.
Necesitamos un centro así, somos deficientes en investigación, también necesitamos formación de los profesionales, actualmente no disponemos de Unidades de Diagnóstico y Evaluación tan necesarias en enfermedades largas en el tiempo y cambiantes. Por el momento, el peso de la enfermedad recae sobre los hombros de los cuidadores, casi siempre familiares, quienes de forma casi sobrehumana se sacrifican por los enfermos y contemplan cómo éstos degeneran mentalmente cada vez más y ni siquiera son capaces de responder a la sencilla pregunta del médico: «¿Cómo se llama?».
Nuestra ciudad dispone de una pequeña residencia especializada en enfermos con demencia gestionada por la AFAL (Asociación de familiares de Alzheimer) pionera en muchos campos entre ellos en la cobertura para plazas de cuidado nocturno. Numerosas residencias albergan un considerable número de pacientes dementes. Por todo ello acogemos esta buena noticia para la sanidad y esperamos que englobe el calificativo de centro con carácter público, algo inusual en los tiempos que corren.
María Teresa Muñoz. El Adelanto 20 Octubre 2007