Se jubila mi compañero, mi maestro, mi amigo. Después de 40 años de trabajo en pro de la Sanidad pública, Aurelio se jubila.
Recuerdo la primera vez que le vi. Fue en 1995, año en el que me incorporé como médico residente de Medicina Interna.Llamé a la puerta de su despacho para presentarme y él estaba guardando su bata en la taquilla, detrás de don Antonio Jiménez (que en paz descanse). Allí estaba él, como lejos, como si no estuviera, pero a la vez atento y mirándolo todo con sus ojillos escudriñadores. Comprendí tiempo después que así era él: prudente, como escondido, tímido tal vez y, al mismo tiempo, sagaz, inteligente, listísimo… (llámalo intuitivo si quieres, Aurelio).
Yo creo que su carrera dio un salto de gigante cuando comenzaron los primeros casos de infección por VIH. Junto con otros compañeros del hospital, cogió el toro por los cuernos y no tuvo miedo de enfrentarse a la enfermedad ni a los enfermos.
Los 90 fueron años duros en ese sentido: morían muchos pacientes, no se conocían bien los mecanismos de la enfermedad, no había apenas tratamientos eficaces… Pero él estuvo allí. Me imagino que supondría un reto tremendo. No he visto hombre más interesado por cualquier cosa que él. Son ya muchos años de conocerle, y aún hoy me admiro del interés que pone cuando hablas con él de un tema, normalmente del que sabe más que tú, pero es igual, él está atentísimo y tiene siempre la palabra oportuna, la ocurrencia perfecta.
Defensor a ultranza de la Sanidad pública, estuvo muchos años en primera línea de guerra. Durante 30 años defendió nuestro modelo sanitario en el marco de la ADSP (Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública), y aún lo sigue haciendo. Las bondades de nuestra Sanidad como las vivimos actualmente se las debemos a él y a gente como él, que creyeron desde el principio en que no había otra manera que la generosidad, que el mejor camino era no conformarse, defender los derechos de los pacientes y denunciar las injusticias.
Otro hito en su carrera lo supuso el nacimiento de la UCAI (Unidad de Consulta y Atención Inmediata). Junto a sus compañeras (las doctoras S. Inés y L. Moralejo), ha creado una unidad que es conocida y respetada en Castilla y León y, por supuesto, en todo el hospital. Su mérito es que cuando cree en un proyecto va hasta el final. No se desanima fácilmente. Es emprendedor, nunca le da pereza iniciar un propósito, por muy complejo que sea. Es impresionante su capacidad de trabajo, su liderazgo. En este sentido, tengo también que agradecerle que siempre ha defendido a las mujeres, las ha valorado y las ha colocado en el lugar que por sus méritos les correspondía.
Dijo Albert Einstein que «el ejemplo no es la mejor forma de enseñar, es la única». Los que nos hemos formado con Aurelio aprendimos que la excelencia de un médico está en llegar el primero e irse el último, en no exigir nada que tú no hayas hecho antes, en ser respetuoso y compasivo con el enfermo, en estudiar y no darte nunca por vencido, en ser humilde…
El reconocimiento a su brillante trayectoria personal y profesional le llegó en el año 2013 con el Premio Sanitaria 2000 como mejor médico de Castilla y León en Actividad Asistencial en Atención Especializada.
Personalmente, quiero agradecerle muchas cosas. Para mí no solo ha sido mi adjunto, después mi compañero, ayer mi jefe; para mí ha sido también un amigo que me ha escuchado y ayudado en momentos difíciles de mi vida, tanto personal como profesional. Pero no puedo hablar solo en mi nombre, estoy segura de que todos los que hemos tenido la suerte de conocerle más de cerca llevamos impregnada su huella.
Médico elegante en sus formas y sus modos, amable, conciliador y, a la vez, serio en ocasiones, exigente otras y siempre cercano, atento y listísimo (llámalo intuitivo, Aurelio).
Gracias… Suerte
Gloria Alonso Claudio