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Se cumplen cinco años de la pandemia COVID y una parte importante de la sociedad parece haber olvidado lo sucedido, que desde el punto de vista personal puede resultar explicable para olvidar el sufrimiento personal y familiar, pero que desde el punto de vista social resulta muy peligroso para la memoria colectiva.

He revisitado de nuevo estos días la exposición fotográfica de Solete Casado Protagonistas covid-19: Lugares y personas en el Hospital Universitario de Salamanca, una auténtica obra de arte que recuerda el sufrimiento de pacientes, familiares y profesionales durante el periodo más duro de la pandemia. 

Al borrado en la opinión pública del relato social sobre la pandemia contribuyen numerosos intereses políticos y económicos que no estuvieron a la altura necesaria en aquellas circunstancias y que tampoco han aprendido nada para preparar el sistema sanitario para situaciones similares en el futuro, con la complicidad de muchos medios de comunicación social interesados en envolver el recuerdo en una nebulosa o, en su defecto, construir un relato alejado de lo que sucedió.

Sufrimiento e incertidumbre

Al sufrimiento por las 127.000 muertes causadas por el covid, muchas de ellas en soledad y en condiciones indignas en residencias de la tercera edad por decisiones políticas arbitrarias, hay que sumar el sufrimiento de sus familiares, carentes de información sobre su estado, sobre su vida y su muerte; al sufrimiento de los pacientes que padecieron el covid en primera persona ingresados en los hospitales hay que sumar también las dudas sobre sus vidas que vivieron sus propias familias. Al riesgo de los profesionales sanitarios que atendieron a los pacientes hay que sumar también su incertidumbre sobre la posibilidad de transmitir el virus a sus propias familias y la incertidumbre recíproca de sus familias sobre el estado de los profesionales que batallaban contra el virus.

Tampoco se puede olvidar a todos aquellos que, al margen del personal sanitario y de asistencia social, de alguna manera contribuyeron a nuestra supervivencia: limpiadoras de hospitales y residencias, personal de supermercados (especialmente las cajeras), distribuidores de productos esenciales, etc. Todos ellos también vivieron la incertidumbre en algún grado. Tampoco podemos olvidar el sufrimiento de numerosas familias confinadas en pisos de reducido tamaño con sus niños, sin poder salir a la calle, conviviendo veinticuatro horas al día en espacios precarios con el único objetivo de sobrevivir.

La exposición de las fotos de Solete Casado ayuda a dejar constancia del enorme sufrimiento causado por la pandemia. Es esencial recordar y conservar la memoria colectiva de uno de los acontecimientos más trágicos e importantes en la historia reciente de España. Y para sanar la profunda herida que ha dejado en la sociedad, es también necesario exigir y sustanciar las responsabilidades penales de quienes no solo no supieron estar en aquel momento a la altura necesaria, sino que han procurado borrar la memoria de lo sucedido para evitar verse en los tribunales.

Miguel Barrueco.

Publicado en Salud a Diario

 
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