Existen diversos estudios a nivel nacional e internacional que señalan el tabaquismo como factor de riesgo de COVID, sobre todo en enfermos graves. Ya en mayo de este año la OMS informó de que fumar tabaco es un factor de riesgo para muchas enfermedades respiratorias, y estableció que los fumadores tienen más probabilidades de desarrollar síntomas graves en caso de padecer COVID-19, en comparación con los no fumadores.
En España, los profesionales recuerdan que los fumadores han tenido peor pronóstico con el coronavirus y, como indica Josefa Cantero (presidenta de SESPAS. Universidad de Castilla-La Mancha) en The Conversation, aunque no hay evidencias científicas sobre la transmisión del coronavirus por el humo del cigarrillo, fumar y vapear en los espacios públicos puede resultar especialmente peligroso para los demás.
Por todo ello, los médicos llevan meses reclamando la prohibición de fumar con el fin de controlar la pandemia de coronavirus.
La respuesta acordada por unanimidad por el Gobierno y todas las comunidades autónomas son las recientes restricciones impuestas a los fumadores en calles y terrazas por el factor de riesgo de contagio que supone, prohibiendo consumir tabaco y utilizar ningún dispositivo que sirva para ello –como los cigarrillos electrónicos, las pipas o las cachimbas– para atajar su propagación por el aire, siempre que no se respete la distancia social de dos metros.
Estas medidas son, a todas luces, insuficientes. Permitir fumar o no en una terraza o en la calle dependiendo de si el fumador tiene a otra persona a dos metros o más es una norma que no soluciona el problema, y lo único que puede crear es polémica y discusión de si se está a más o menos de dos metros.
En Castilla y León, el 8 de octubre la Junta aprobó una modificación del plan de medidas frente a la COVID, estableciendo como obligatorio el uso de la mascarilla en todo momento en la calle, permitiendo retirar la mascarilla únicamente en situaciones de consumo de alimentos y bebidas y, por tanto, prohibiendo el consumo de tabaco en las terrazas sin excepciones. Relacionar el consumo de tabaco con el uso de la mascarilla no es lo ideal; se debería haber prohibido fumar por el mero hecho de que el humo de tabaco puede transmitir el coronavirus, pero al menos es una disposición que no admite discusión y que protege a la mayoría de la población, teniendo en cuenta que el 78% de la población es no fumadora.
Debe quedar muy claro que esta no es una medida contra los fumadores, sino que es para prevenir y evitar la transmisión de la enfermedad.
Y entonces, ¿qué pasa con los fumadores? Pues aquellos que nunca se han planteado dejar de fumar, deberán informarse de los problemas que acarrea el tabaquismo para ellos y para los que les rodean y respetar las normas sobre consumo de tabaco.
Los fumadores que se lo están planteando, pero que no acaban de decidirse, pensar en las ventajas que conlleva abandonar el tabaco y que este puede ser un buen momento para dejarlo.
Y los que desean hacer un intento serio para dejar de fumar, que piensen que los sanitarios no podemos dejar sin dar respuesta a un fumador que quiere abandonar el consumo de tabaco. Por tanto, que no pierdan la oportunidad, pidan cita cuanto antes con su medico de Familia, para que, cuando éste les llame por teléfono, le digan que quieren dejar de fumar y así iniciar online el tratamiento, que actualmente está financiado por la seguridad social.