La principal ventaja de la trasferencia de la sanidad, es la cercanía a los ciudadanos, a sus problemas, y a sus causas; redundando esta proximidad en rapidez para corregir o mejorar las cosas.
Pasa el tiempo y esta ventaja no parece estar siendo aprovechada.
Está bien querer solucionar las listas de espera, pero no se logrará si no se abordan sus causas, si no se modifica la organización y el funcionamiento del sistema público; es loable pretender que una pionera unidad de trasplantes se sitúe en nuestra ciudad, pero estas unidades punteras que sin duda serían un catalizador para todo el hospital, no resolverán los problemas cotidianos de miles de pacientes con problemas más banales y con patologías más frecuentes; está bien publicitar la dotación de bastantes millones para el hospital (aunque sea dinero obligado, para gasto en material), pero hay que innovar e investigar; puede aceptarse la discusión teórica de si mejor el plan director para el hospital o la construcción de uno nuevo, pero va pasando el tiempo, el centro se deteriora, la ilusión se acaba y los problemas crecen, sin que nada se haga. En definitva, se publicita muy bien lo que se hace en sanidad y casi mejor lo que no se hace, pero no parece que este acercamiento a la sociedad se esté produciendo. Nada apunta a que los problemas de los ciudadanos se estén resolviendo más rárpido y mejor que antes de las trasferencias.
Ponerse una temporada a ejercer de paciente de a pie, seguramente ayudaría a comprender mejor los problemas, y lo que siente un anónimo ciudadano. Seguro que luego, quien corresponda, adoptaría otras decisiones mas efectivas y cercanas a la gente
Miguel González Hierro. El Adelanto. 27 Septiembre de 2003