Un paciente me dijo el otro día: «Entonces, doctora, ¿tengo prediabetes?». Su preocupación y temor a estar enfermo me hizo recordar un maravilloso y exquisito ensayo publicado por Iona Heath en la revista médica British Medical Journal (BMJ) en 2014. Esta mujer fue médico de Atención Primaria durante 35 años en un consultorio del centro de Londres, presidenta del Real Colegio de Médicos Generales y escribió una columna en el BMJ hasta 2013.
En su artículo, titulado El papel del miedo en el sobrediagnóstico y en el sobretratamiento, que os recomiendo, porque es de una clarividencia insuperable, nos sorprende con la siguiente frase: «El reino de los sanos está siendo absorbido rápidamente por el reino de los enfermos».
Las sociedades médicas internacionales, muchas veces azuzadas por la industria farmacéutica, no hacen sino bajar los números por los cuales una persona deja de pertenecer al reino de los sanos para zambullirse inexorablemente en el de los enfermos. De esta manera, el paso previo a la osteoporosis es la osteopenia, las cifras patológicas de presión arterial cada día se bajan más y ya tenemos la prehipertensión; también existe la prediabetes, la preobesidad y, a este paso, le seguirán el precolesterol alto, la preEPOC, la precirrosis… De manera que el sistema sanitario se afana y se afana en diagnosticar, en buscar, en examinar hasta el infinito a personas que no están enfermas y no tienen ningún síntoma porque se cree que podrían enfermar si las dejáramos a su libre albedrío.
Muchas veces, detrás de todas estas formas de preenfermedad existen intereses creados, y otras, lo que ocurre es que los médicos tenemos miedo a que se nos escape un paciente del reino de los enfermos, en lugar de alegrarnos de que esté en el de los sanos. Ello puede tener consecuencias gravísimas, pues, como dice la doctora Heath, «al diagnosticar a los pacientes de preenfermedades, lo que hacemos es que continuamente desviamos recursos de los enfermos a los sanos y, así, el sobrediagnóstico va unido al tratamiento insuficiente de los que ya están enfermos».
Junto al ensayo se publica una viñeta de humor en la que aparece un médico que le dice a su paciente: «Tiene derecho a estar ansioso; cualquier cosa que diga podrá utilizarse para realizar más pruebas diagnósticas» y, finalmente, remata diciendo: «Si no tiene un diagnóstico, se le proporcionará uno».
Impresionante. La vida misma.
Gloria Alonso.