Hace unos días un compañero me envió por email el enlace a una página web de un libro titulado Medicina Basada en el Humanismo (en contraposición a la Medicina Basada en la Evidencia), de José Antonio Trujillo. Ese mismo día por la noche circulaban en la 2 fotogramas de la película de Jose Luis Cuerda, Amanece que no es poco. Curiosamente, en una escena en la que un camarero muy culto habla con el médico del pueblo, el camarero le dice “ a ustedes los médicos, se les presupone una formación humanística que otros científicos no tienen”.
Se nos presupone, pero realmente hoy en día no tenemos formación en humanismo. El humanismo, en el sentido amplio, significa valorar al ser humano y la condición humana. Está relacionado con la generosidad, la compasión y la preocupación por la valoración de los atributos y las relaciones humanas. Fue un movimiento filosófico, intelectual y cultural que comenzó en Italia en el siglo XIV con el Renacimiento y se extendió a través de Europa, rompiendo con la fuerte influencia que ejerció la Iglesia católica en todos los órdenes de la vida durante la Edad Media. De esta manera, podríamos hacer un paralelismo con la Medicina Basada en el Humanismo, como un intento de romper con la esclavitud que la tecnología y los avances científicos han provocado en nuestro quehacer médico diario.
Ya lo decía Petronio «Medicus enim nihil aliud est quam animi consolatio»
(El médico no es otra cosa que el consuelo del alma).
¿En qué asignatura de la carrera nos enseñan el cuidado integral de las personas?
Ernst von Leyden, conocido médico alemán, hacía a sus alumnos esta aguda advertencia: «El primer acto terapeútico es dar la mano al enfermo”.
La tecnología y el avance de los conocimientos científicos, dicen algunos que es lo que nos deshumaniza a los médicos, lo que nos separa de nuestros pacientes. Será por lo frío que está siempre el tacto de las máquinas, en contraposición al calor de una mano amiga. No estoy de acuerdo. Creo que la medicina humanista no tiene por qué estar reñida con la medicina tecnológicamente más avanzada. Pero de una manera u otra, es verdad que me da miedo esa corriente de pensamiento que fluye entre los médicos más jóvenes, amantes de la supertecnología y que pretende sustituir la exploración física y la anamnesis por una prueba radiológica, por ejemplo.
Lo cierto es que no hay una asignatura que nos enseñe a ser mejores personas, a estrechar la mano de nuestro paciente cuando está dolorido o asustado, a aprender a querer a nuestros pacientes, a acompañarles en el momento final de su vida, a mantener su intimidad, a empatizar con ellos o, a sentarnos y dedicarles unos minutos a resolver sus dudas y temores.
No sé si todo esto es tener formación humanística, pero me parece fundamental hablar con nuestros pacientes. Es más, seguro que si hablamos con ellos, sin duda saldremos reconfortados.
Gloria Alonso
ADSP 3 de Julio 2015