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Han pasado solo tres años desde que terminé la residencia. La falta de oportunidades laborales en Salamanca me empujó a cambiar de comunidad. Desde entonces he trabajado en cuatro sitios diferentes. Y dentro de dos semanas hago una nueva mudanza, esta vez fuera de mi país.
En estos últimos días en España camino por las calles nostálgica, mirando aquí y allá preguntándome qué cosas echaré de menos. Dejo mi tierra, y también dejo de trabajar para el sistema sanitario que siempre he defendido.

No caeré en la simpleza de decir que “en España no hay trabajo”, porque no es cierto. Lo hay, pero tienes que estar dispuesto a mudarte de ciudad, y a aceptar la temporalidad, a veces extrema (contratos mensuales, de lunes a viernes, o incluso diarios…). En mi caso, si me voy, es porque globalmente se trata de una buena oportunidad profesional. Pero no negaré que la estabilidad que me ofrecen ha sido un punto decisivo en mi decisión. Saber que puedo darles una revisión a mis pacientes y volver a verles yo, en lugar del siguiente contratado. Saber que si empiezo un proyecto, no tendré que abandonarlo porque ya no trabajo en ese centro. Familiarizarme con el lugar de trabajo, conocer sus recursos y poder ofrecérselos a mis pacientes. Y saber también que si soy yo la que enfermo, o si quedo embarazada, no perderé mi trabajo al terminar el contrato. Nos queda mucho por mejorar en España en este sentido.

Estoy segura de que echaré de menos muchas cosas, de mi cultura y de nuestra sanidad. Pero espero aprender otras, impregnarme de nuevas ideas y, algún día, traérmelas de vuelta.

Alicia Alonso

Publicado en Crónica de Salamanca

 

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