Los medios de comunicación informan frecuentemente de los resultados de encuestas realizadas a los usuarios de la sanidad pública. Afortunadamente los datos suelen ser positivos y con ello, es de suponer que los políticos y gestores responsables de tan delicado asunto quedarán más que satisfechos de su labor, los pacientes se tranquilizarán pensando que quizás sus largas esperas para intervenciones quirúrgicas o para pruebas diagnósticas o en la sala de espera de su médico de familia, son situaciones puntuales y no hay que preocuparse demasiado, y los trabajadores de la sanidad pública, a la vista de resultados tan halagüeños, estarán orgullosos y contentos de ser los artífices últimos de tan buenos resultados.
Pero, ¿reflejan las encuestas fielmente la realidad?, ¿es todo tan bonito como lo pintan?. Seguramente los políticos y gestores están realmente satisfechos, tal vez los pacientes también, aunque no tanto, pero ¿qué ocurre con los trabajadores de la sanidad pública?. ¿Están conformes con su trabajo los médicos y enfermeras de nuestra estupenda sanidad pública, o están desilusionados y desmotivados?, ¿sienten el reconocimiento y apoyo de sus superiores, o están desincentivados y falta sintonía con la dirección?, ¿son bien tratados y respetados por sus pacientes, o se sienten en demasiadas ocasiones presionados por exigencias de estos, que a veces, incluso, van en detrimento de su propia salud?, ¿perciben el reconocimiento de la sociedad, o están desmoralizados por la falta de aprecio social?, ¿hay suficientes médicos y enfermeras para proporcionar una atención adecuada, o soportan una carga excesiva de trabajo?, ¿están bien pagados, o son de verdad los peor pagados de toda la Unión Europea?, ¿porqué muchos médicos y enfermeras están emigrando a Portugal, Suecia, Reino Unido,…?. ¿Conviene conocer la opinión de los profesionales sanitarios o da igual mientras las otras encuestas sean satisfactorias?.
José Luis Garavís.
Publicado en «El Adelanto», 5 Agosto 2006