En esto de la formación médica continua o (si se quiere más general) en la formación continua, lo más importante es el interés personal. De poco sirve que la Administración prepare cursos de formación, si los profesionales asisten solamente para conseguir puntos que mejoren su situación laboral (deseo muy lógico por otra parte) pero no sus conocimientos.
Los expertos en formación continua andan preocupados por cómo van a evaluar los conocimientos adquiridos en los cursos y programas que se ponen a disposición de los profesionales. No pierdan el tiempo. Al que hace un curso sin motivación de aprender, probablemente no le aprovechará o le aprovechará muy poco.
En mi experiencia, una de las mejores formas de formación continua es el estudio y, sobre todo, el estudio aplicado a la práctica, es decir, el que se hace para preparar sesiones clínicas y casos clínicos que exponer a los compañeros de equipo.
En su última lección académica, Miguel de Unamuno dijo: «…enseñar es, sobre todo y ante todo, aprender…» Esta frase tan acertada es aplicable a todos los niveles de la enseñanza, aunque nos limitemos aquí a los de la enseñanza universitaria: el pregrado, el postgrado y la formación continua.
La formación médica continua implica tanto dar como recibir. De la frase de Unamuno se deduce la reciprocidad de la enseñanza: el que enseña da tanto como recibe.
Implicarse en la formación médica continua y colaborar en las tareas de enseñanza a otros compañeros es también recibir enseñanza. La mejor forma de colaborar es asistiendo a sesiones clínicas, presentando casos clínicos y participando en los de otros compañeros. La preparación de un caso clínico o de una revisión para la enseñanza obliga al estudio que, en definitiva, es el mejor modo de formación continua.
La formación médica continua, desarrollada dentro de un equipo de trabajo, hospitalario o de Atención Primaria, implica tanto dar como recibir, y es donde la frase «enseñar es aprender» adquiere su mayor significación.
Pablo de Unamuno. El Adelanto 25 marzo 2000