Parece que en estas fechas, se relaja la tensión habitual, incluso atisbamos buenas intenciones en aquellos que durante el resto del año, ejercen, a veces, de forma sibilina, defenestradores de nuestro sistema sanitario, que tan valorado está en el exterior de nuestras fronteras.
Es curioso, qué la defensa de la sanidad pública motive a tan pocos, cuando se favorece a tanta gente (profesionales, usuarios, gestores…) que están beneficiándose de ella. Aquí la reflexión peligrosa es: ¡Hay que esperar a no tener, para echarlo de menos! Debemos recordar que el gran patrimonio, en toda su acepción, que disfrutamos se ha construido trabajosamente a lo largo de años y se puede perder de golpe, gracias a las privatizaciones y sus variopintas formulas que sirven para enmascarar una realidad, el cambio de modelo a un sistema de rendimiento económicista puro (no debe estar reñido con una buena gestión), olvidando otros aspectos de índole social necesario para mantener un sistema de equidad como el que disfrutamos ahora.
Por ello mi felicitación inicial va para los que sinceramente, sienten y defienden, en sus puestos esa supervivencia, por supuesto no tienen que necesariamente pertenecer a organizaciones, sino que el sentido de su trabajo va dirigido a la mejora y mantenimiento de nuestra sanidad. Extensible a un mundo de: los que hacen buen uso de su sistema sanitario, los que no gestionan sus intereses particulares en detrimento de la eficacia común, los que explican con valentía las limitaciones de las prestaciones aunque se menoscabe su poder político, los que realizan su tarea un poco mas allá de lo que marcan sus atribuciones en beneficio de la mayoría, los que no se callan cuando se produce una injusticia que afecta a otros, los que, los que…..
Y también felicidades a todos los demás porque estamos en época de esperanza y a lo mejor de milagros.
Antonio Julián Martín. El Adelanto 24 Diciembre 2005