Algunos tienen la creencia que formación continua es hacer un curso de 4-6 días de duración, de dudoso valor, una vez al año y olvidarse del estudio y la autoformación hasta el año siguiente. Formación continua significa adquirir conocimientos día a día. La asistencia a cursos y tallares de trabajo debe completarse con el estudio, fundamental en la formación, con las interconsultas, las estancias en equipos organizados y acreditados, etc…Estos últimos aspectos son imprescindibles para la mayoría de los profesionales que no están integrados en un equipo de trabajo, es decir, los que trabajan en solitario.
Varias cuestiones, en torno a la formación continua, se debaten con frecuencia: la programación previa, la evaluación de los conocimientos adquiridos y la valoración del profesional que la realiza. No cabe duda que una buena programación previa con definición de objetivos es muy interesante. La evaluación de los cursos de formación continua es un punto todavía no resuelto, pero en mi opinión no sería necesario si hay verdadero interés en la autoformación. Si es difícil la evaluación de un curso de formación continua, mucho más difícil es la evaluación de la verdadera formación, la que se adquiere día a día y con voluntad de hacerlo. Algunos profesionales son evaluados por el resultado de sus obras, pero en otras profesiones el resultado de su trabajo no es tan fácilmente medible, ni en cantidad ni en calidad, como el trabajo de un profesional de la salud. El resultado del quehacer diario de estos profesionales, como de algunos otros, es opinable. Ante una actuación idéntica el resultado puede ser diferente. Otra cuestión es la valoración del profesional que ha realizado la formación continua. Es indudable que el profesional que la realiza adecuadamente ha de ser valorado de alguna manera. La más efectiva es la económica, pero esto necesita un minucioso estudio.
Pablo de Unamuno. El Adelanto 25 Mayo 2002