Este era el título de una colaboración que un compañero y amigo escribía para una revista de enfermería en los años 80. Con frecuencia he pensado en esta frase y en las reflexiones que dicho artículo proponía, a medida que he sido testigo de cómo la Carrera Profesional ha evolucionado a lo largo del tiempo; paralelamente, no he podido apartar la vista de la práctica diaria de las actividades en el Hospital con sus aciertos y críticas desde todos los frentes.
Todo el mundo está de acuerdo en que el deterioro o la pérdida de la salud física en las personas va siempre acompañada de un cambio negativo en su estado emocional o psíquico. Parece lógico, en consecuencia, que debería incorporarse a los Cuidados de Enfermería como una constante ineludible, la atención específica contra estos efectos adversos de la enfermedad; con distintos objetivos, como por ejemplo, el de predisponer el ánimo del paciente para recibir de forma optimista y positiva los diagnósticos y tratamientos a aplicársele, o el de la recuperación de la pérdida de autoestima por la disminución, transitoria o definitiva, de sus capacidades en un mundo competitivo o por verse abocado a interrumpir sus actividades y funciones sociales por la atención hospitalaria; etc.etc. Y esto sólo se logra con el contacto directo, con la comunicación verbal, mediante una interacción continua con los enfermos.
Nadie negaría que se ha dado un gran paso adelante potenciando e incrementando el registro e informatización de datos, dejando puntual constancia escrita de los aspectos más perentorios y tangibles del proceso de curación, pero tal vez esa información (el perfil burocrático, dirían algunos) sea insuficiente para los objetivos más arriba apuntados si no se complementa con la que nos dan los enfermos interactuando verbalmente con ellos , si no se establecen normativamente los tiempos reales necesarios para la toma de contacto diario y directo de cada enfermera/o con cada uno de los pacientes a su cargo. En general, sería bueno, por tanto, detenerse una vez más a observar y a reflexionar, para volver a preguntarse: «¿Hacia dónde va la Enfermería?
Clara Argüello. El Adelanto 26 Septiembre 2009