Con este término, tan poco clínico, se intentó dar a conocer a los usuarios de la sanidad pública, a qué prestaciones podían acceder y a los profesionales ordenar sus actuaciones más o menos protocolizadas para asegurar una atención en situación de igualdad, independientemente de las condiciones del receptor.
Se garantizaba el seguimiento del individuo a lo largo de su vida con actividades curativas y sobretodo preventivas y socio-sanitarias (atención al niño, a la mujer, al anciano, etc.)
En atención primaria desde hace muchos años conocemos su existencia, incluso ha pasado por dos administraciones de signo político diferente, lo cual demuestra que puede ser una herramienta válida. Sus resultados son dudosos sobretodo en la fiabilidad al evaluarlos, pues son más justificativos que reales. Aún no se han solucionado problemas esenciales como la historia clínica (soporte básico) y se siguen creando más servicios: atención al cuidador, al joven etc.(adecuados por otro lado al mundo que nos rodea).Es desconocida a nivel hospitalario, incluso mal entendida por los que la realizan y sin marco legal que garantice las prestaciones a los ciudadanos.
Me atrevo a asegurar que la mayoría del público no tiene idea de los servicios a los que tiene derecho. Los agentes sociales, incluyendo los consejos de salud, deberían informar y dar importancia no sólo a problemas estructurales sino también a cuestiones de calidad, porque si no, se convierten todas las actuaciones en mera «CARTERA DE ARTIFICIOS».
Antonio Julián Martín. El Adelanto 20 Septiembre 2003