El sistema sanitario español no es responsable del déficit público: es el más barato de los países desarrollados. Durante muchos años ha contado con la adhesión de profesionales y ciudadanos. Los profesionales, a pesar de ser los peor pagados de Europa (de hecho por eso el sistema es tan barato) se identificaban con el porque sabían que es donde mejor podían realizarse profesionalmente. Los ciudadanos porque sabían que cualquier problema que sufriesen sería atendido.
Desde muchos años antes del comienzo de la crisis se han tomado medidas destinadas a desmantelar el sistema sanitario español para transferir su actividad al sector privado. Desde la ideología dominante no tiene sentido la existencia de un área «socializante» en un mundo regido por el mercado. Desde el punto de vista de los poderes económicos la actividad sanitaria genera negocio y beneficios. Si desaparece la sanidad pública su actividad se asumirá por empresas privadas que obtendrán importantes ganancias.
Ese es el verdadero motivo por el que se está produciendo un recorte desmesurado de las remuneraciones de los profesionales que provocará una huida de muchos de ellos hacia empresas que les paguen mejor o hacia países extranjeros donde son recibidos con los brazos abiertos. Ese es también el motivo por el que se estimula a los ciudadanos a suscribir seguros privados. Si unos y otros pierden su adhesión al sistema es más fácil privatizarlo.
Es ejemplar la actitud de colectivos profesionales oponiéndose a los recortes y a medidas como dejar sin sanidad a los inmigrantes sin papeles, o tantas otras que, en ningún caso, van a generar un ahorro importante. Sin embargo, la verdadera respuesta debe correr a cargo de los ciudadanos. Aquellos que piensen que a ellos no les afecta hay que decirle:… por ahora, y quizás recomendarle leer el poema de Bertolt Brecht titulado Ahora vienen por mi, que finaliza: Ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde. Es mejor defender ahora el sistema sanitario público que llorarlo cuando haya desaparecido y ello nos atañe a todos (a usted querido lector también).
Miguel Barrueco. El Adelanto 26 Agosto 2012