La Sanidad Pública está de actualidad en CyL tras el éxito de la manifestación popular de hace unos días en Valladolid. Éxito no sólo de participantes, sino también de plataformas ciudadanas y organizaciones de todo tipo y llegados de toda la Autonomía. Se ha logrado construir una red social decidida a hacerse oír, apoyar y defender su actual modelo sanitario en crisis porque sienten en sus vidas que el sistema está fallando.
El reconocido y apreciado sistema de salud que entre todos se consiguió y que debería velar y cuidar de su salud de todos, ha comenzado a dar síntomas de ineficiencia. Se trata de un tipo de enfermedad que a veces afecta a las organizaciones; se vuelven lentas, poco flexibles, con procesos redundantes y costosos, débiles por recortes de personal y recursos, y son parasitados por la buro-política y por los lobbies o grupos de poder económico que buscan su margen de rentabilidad comercial en los servicios públicos de salud.
Las consecuencias son las listas de espera y los recortes de prestaciones para los pacientes, y la desmotivación y la falta de implicación de los profesionales en su organización. Se dice de la justicia que cuando es lenta y llega tarde, no es justicia; eso mismo pasa con la sanidad cuando la espera es larga. Este deterioro y merma de lo público parece programado para dejar espacios de negocio a los seguros y empresas privadas de gestión y de provisión de servicios sanitarios. Ya ha sucedido antes con el HNS, el servicio de salud inglés, que fue en parte nuestro modelo sanitario y que, privatizándose poco a poco por servicios desde 1983, fue perdiendo equidad, calidad y aumentado los costes. Este es el móvil de la manifestación
Ante ello, la administración sanitaria autonómica se defiende con la dialéctica y la manipulación de los datos. Aseguran que creen en la sanidad pública y continúan con un pueril argumento diciendo que nuestros resultados están por encima del promedio nacional y que han privatizado menos que otras autonomías (lo cual no augura nada bueno).
Conviene analizar la deriva del sistema respecto al inicial rumbo marcado tomando referencias. Una referencia importante es que la Atención Primaria de salud que supuso la novedad y fue el eje de la reforma sanitaria de 1986 (Ley General de Sanidad), está en franco abandono. Han pasado 30 años, pero la evidencia científica sigue demostrando su pertinencia. Son funciones de la Atención Primaria (entre otras), la promoción de hábitos saludables, la prevención y detección precoz de las enfermedades cardio-vasculares, tumorales e infecciosas que representan la mayoría de los casos de la mortalidad y de la morbilidad en nuestro medio, y que generan sufrimiento, saturación de urgencias, de consultas y hospitales, y además costes elevados en diagnósticos y tratamientos. También es la puerta de entrada al sistema, le da coherencia, y es la aproximación de la sanidad a la población, especialmente a la rural.
Desde la Consejería de Sanidad se defiende OTRO modelo de sanidad pública, donde el Estado será sólo provisor de fondos, dejándose la gestión y la provisión de “servicios rentables” a las empresas del sector en régimen de conciertos público-privados, siguiendo el malogrado modelo inglés.
Defender y mejorar nuestro patrimonio, NUESTRA Sanidad Pública, es la obligación de nuestros gobernantes y deberían haber estado en primera fila de la manifestación para demostrarlo. Si no lo hacen, nuestra obligación de ciudadanos es recordárselo y pedirles que dejen el puesto a alguien que quiera y sepa hacerlo mejor.
José Mª Casado Romo