Del salón en el ángulo oscuro…». Al fondo a la izquierda, en el ampuloso hall del hospital Clínico, arropada por carteles que la representan, está la maqueta del nuevo hospital, que será realidad (¿?) algún día, cuando se ejecuten las obras del ya famoso Plan Director del Complejo Hospitalario.
«…Silenciosa y cubierta de polvo…» Sobre una peana que parecería provisional por su informalidad, con el paso del tiempo, su color, antes blanco angelical, se está tornando en un pálido enfermizo. Impertérrita y digna, ha visto pasar al menos dos campañas electorales y dos gerentes hospitalarios y ha sido testigo mudo de privatizaciones negadas y luego ciertas y hasta de una interminable huelga de médicos en la que no había huelguistas. Ha escuchado las promesas repetidas de dos consejeros de la Junta y de múltiples mandados de aquí y de allá. Ha visto como se iniciaban nuevas obras, todas necesarias porque la vida sigue y también los enfermos, algunas que parecían imposibles por el escaso espacio que queda en el viejo y exprimido hospital y ha percibido la pérdida de fe y de ilusión de los más crédulos y los más ilusos. Pocos ya detienen su paso al cruzar la entrada al edificio y los más piensan que el montaje forma parte del decorado hospitalario, como un moderno belén pagano o una estatua al glorioso futuro improbable.
Con la llegada de esta nueva primavera, cuando todo anunciaba que aquello representaba algo más que lo meramente virtual y todos esperábamos, cada uno en su puesto, el toque de silbato para iniciar las obras, resulta que lo que se inicia es un cruce de declaraciones: el Ayuntamiento dice que aún no ha dado la licencia de obras, las autoridades sanitarias que no saben como resolverán el tráfico durante las mismas y hasta la Confederación Hidrográfica del Duero se pronuncia, dice que todavía ellos tienen que dar su permiso. La maqueta sigue allí, ajena a todo este ruido, quizás también una voz como Lázaro, espera, que le diga: «Levántate y anda».
«…Silenciosa y cubierta de polvo…» Sobre una peana que parecería provisional por su informalidad, con el paso del tiempo, su color, antes blanco angelical, se está tornando en un pálido enfermizo. Impertérrita y digna, ha visto pasar al menos dos campañas electorales y dos gerentes hospitalarios y ha sido testigo mudo de privatizaciones negadas y luego ciertas y hasta de una interminable huelga de médicos en la que no había huelguistas. Ha escuchado las promesas repetidas de dos consejeros de la Junta y de múltiples mandados de aquí y de allá. Ha visto como se iniciaban nuevas obras, todas necesarias porque la vida sigue y también los enfermos, algunas que parecían imposibles por el escaso espacio que queda en el viejo y exprimido hospital y ha percibido la pérdida de fe y de ilusión de los más crédulos y los más ilusos. Pocos ya detienen su paso al cruzar la entrada al edificio y los más piensan que el montaje forma parte del decorado hospitalario, como un moderno belén pagano o una estatua al glorioso futuro improbable.
Con la llegada de esta nueva primavera, cuando todo anunciaba que aquello representaba algo más que lo meramente virtual y todos esperábamos, cada uno en su puesto, el toque de silbato para iniciar las obras, resulta que lo que se inicia es un cruce de declaraciones: el Ayuntamiento dice que aún no ha dado la licencia de obras, las autoridades sanitarias que no saben como resolverán el tráfico durante las mismas y hasta la Confederación Hidrográfica del Duero se pronuncia, dice que todavía ellos tienen que dar su permiso. La maqueta sigue allí, ajena a todo este ruido, quizás también una voz como Lázaro, espera, que le diga: «Levántate y anda».
Aurelio Fuertes.
Pubicado en «El Adelanto», 12 abril 2008