El querer convencernos, que los famosos recortes no van a afectar a la calidad es una «milonga». Es cierto que el impacto negativo, dependiendo del sector que se trate, irá apareciendo en el tiempo. Un ejemplo notorio y mas inmediato, son los efectos que ha tenido la bajada de presupuesto de nuestra, antes muy valorada, televisión y radio pública.
En sanidad (igual pasa en educación) aunque los resultados mas concluyentes aparecerán después, ya se hacen notar detalles que poco a poco socavan nuestro sistema sanitario público. Están aumentando las listas de espera en Atención Primaria al tener que cubrir las ausencias de compañeros; la falta de inversiones deterioran estructuralmente los edificios donde se prestan los servicios, por no hablar de la esquizofrenia del plan director del posible hospital; los suministros necesarios no están siempre a disposición de los trabajadores y un largo etc.
Da la impresión que hay interés en desprestigiar nuestro servicio público de salud, para que acabar con él sea menos criticable.
Debemos darnos cuenta que la sanidad pública es algo mas que curar anginas, se debe encargar del bienestar incluida la parte social de «todas» las personas , hablamos de equidad y universalidad del sistema, que debería ser bien gestionado, por supuesto, pero que para nada es el culpable de nuestra crisis. Hay intervenciones que están ahora relegadas por la presión inmediata de la asistencia y se irán abandonando las actividades preventivas mientras el «tiburón económico» se comerá los buenos resultados en salud que disfrutábamos en España. (.Un dato es que la esperanza de vida es de las más altas del mundo).
Actualmente hay dos ejemplos que corroboran lo dicho; uno a nivel nacional, peligran los logros conseguidos tras tanto tiempo sobre la regulación de fumar en lugares públicos ante el complejo Eurovegas «resucitador» de nuestra economía.
Otro a nivel local, es el macro botellón organizado en la calle durante la feria del día de nuestras fiestas; seguro que mueve dinero, pero ninguna autoridad se preocupa de sus efectos sobre todo en los más jóvenes.
Ya saben, «la pela es la pela».