Con el desafortunado término «humanizar» se quiso lograr en el Insalud un trato a los pacientes más amable, más personal, más afectivo. Cualquier adjetivo de éstos refleja lo que se quería decir, pero la burocracia sanitaria eligió un término feo, antipático, lastrado por la ineficacia y poco generador de sinergías.
Dos reflexiones. La primera: el término humanizar no sólo no podía generar simpatías; era inapropiado. Una actividad como la sanitaria, donde seres humanos se ocupan del dolor de otros hombres, ya es humana en sí misma.
Otra: como una contradicción más de la impersonal sociedad moderna, cualquier empresa que se precie cuida al cliente, le hace sentir realmente importante, refuerza vínculos comerciales desde un trato personal. Sin embargo, en muchos ámbitos de la sanidad pública no sólo no hemos llegado a este mimo personal, a este trato tanto más delicado y sensible cuanto que media con dolor y angustia, sino que podemos estar yendo por una senda equivocada, basada sólo en derechos y deberes, que naturalmente existen y deben ser respetados. Pero -seguro- debemos dar algo más.
Miguel González Hierro. El Adelanto 16 octubre de 1999