El Ministerio de Trabajo gana, el de Sanidad pierde.
Las tensiones entre ambos Ministerios por el control de las bajas la¬borales por enfermedad común, han tenido diversos efectos: esta función se le está retirando a Sanidad y entregándose a entidades de Trabajo y Mutuas de AT; el Estado renuncia a su papel de garante neutral en el control de las bajas y lo entrega a las mismas organizaciones que pagan la prestación, así se restan garantías al trabajador; se está pasando de considerar como un paciente al trabajador en baja, a hipercontrolarlo como defraudador potencial; por último se desvincula aún más a los médicos de atención primaria de la salud laboral. En fin, todo un cúmulo de efectos negativos para -teóricamente- conseguir un fin: el ahorro en las bajas laborales al corregir el elevado fraude.
El ahorro que se producirá, a medio plazo, no será mucho. Si además consideramos los costes incluidos (personal, administración…) el ahorro será escaso o nulo.
Más sobre el ahorro: seguro que en poco tiempo se va a elevar -a disparar incluso- el gasto en invalidez permanente, pues en eso se convertirán muchas bajas tempora¬les. En esta situación, el jefe de los empresarios señor Cuevas, ha dicho claramente lo que se quiere: privatizar la gestión de las bajas laborales. Curiosa concepción, las presta¬ciones sociales gestionadas por empresarios privados, un negocio co¬mo otro cualquiera. Aunque por ese camino se está yendo.
Lo que ya se está produciendo, es la ruptura de la concepción integral de la asistencia en atención pri¬maria; el predominio integral de la asistencia en atención primaria; el predominio de lo económico sobre lo sanitario; y -lo niegue quien lo nie¬gue- la privatización de esta parte del sistema sanitario público al concertarse o subcontratarse con empresas privadas, el control, estudio o tratamiento de los pacientes en baja
Miguel González Hierro.
El Adelanto 4 abril de 1998