No, voy a denunciar –una vez más- lo obvio. Que ha habido recortes, que no se ha recuperado lo que se quitó. Que estos recortes están teniendo en el medio plazo efectos demoledores sobre el sistema sanitario público. Y, presumiblemente, sobre la salud de la población.
Se ha venido denunciando desde que comenzaron estos recortes en financiación sanitaria, desde 2009. El pasado año se recuperó la inversión en Sanidad de aquel año. ¡¡10 años después!!
La desinversión en Sanidad no tiene efectos inmediatos,ni tampoco tiene una visualización fácil.
Se decía por algún responsable político ante estas denuncias: «No hemos cerrado ningún centro». Naturalmente, faltaría más. No se cerraron, pero el recorte en financiación, en supresión de profesionales, en cierre de camas, en disfunción de servicios, equivale a que se hubieran cerrado totalmente el 10% de los centros sanitarios. Es decir, uno de cada diez centros de salud, por ejemplo. Pero no, el recorte incide en un 10% de menos recursos en cada uno de los centros. Y digo 10% por recoger una cifra fácil. Los recortes han oscilado entre el 5 y el 15%.
Ahora que confluyen un cúmulo de circunstancias desfavorables: falta de financiación, escasez de profesionales, jubilaciones extensas, minoración de plantillas. Y por qué no decirlo –a ello habría que dedicar algún análisis, aunque sea políticamente incorrecto, impopular-, el incremento incontrolable de la demanda sanitaria por parte de la población. Ahora, aparecen en toda su intensidad los efectos devastadores de estas fallas de financiación y de gestión durante los últimos diez años.
Por cierto, habría que pedir –exigir más bien- a la Administración sanitaria que midiera el efecto negativo sobre la salud de estos recortes. Medios tiene para hacerlo, cuerpos técnicos infrautilizados, como la Inspección Médica. Evaluación del impacto en pérdidas de salud, en errores médicos, en calidad, en incrementos de demoras, en alteraciones de salud de los facultativos…
Pero siendo grave lo dicho hasta aquí, lo realmente grave desde la óptica de este articulista, es que esta pérdida de recursos, esta pésima situación de la Atención Primaria y de los hospitales (en el hospital de Salamanca, el último recorte de la plantilla orgánica fue de 12 especialistas), ha llevado a la población y, especialmente, a los profesionales de la Sanidad, a reivindicar que se recuperen los niveles anteriores, recuperar el número de profesionales y de financiación.
Y esta es la gran trampa. Ya no clamamos por la reordenación de un sistema sanitario que precisa una reorientación severa. Ya no exigimos que se impulse la atención integral. Ya no instamos a que se potencie la educación, promoción y prevención en salud, el sistema más eficaz y eficiente para mejorar la salud de la población.
Nos han desviado los esfuerzos de reivindicación. Ahora hay que recuperar lo perdido. Gran trampa. Y ello, para regocijo de los intereses sanitarios privados que, con esta situación, ven crecer sus cuentas de resultados.