Los retrasos en las obras y la reducción de plantilla del Hospital Clínico mientras se incrementaban las listas de espera hasta límites inadmisibles, fueron los detonantes de la primera marea blanca de Salamanca. Se pensaba que el apoyo social a la marea iba a ser mínimo por aquello de que en Salamanca nunca pasa nada, pero los profesionales de la salud y la población salimos a la calle en un número importante para demostrar a nuestros dirigentes sanitarios que todo tiene un límite.
Tras una propuesta de reordenación de la plantilla a la baja, una segunda marea vino a demostrar que el problema no es únicamente la reducción de plantilla del hospital, sino que es un síntoma más de la enfermedad que aqueja la sanidad salmantina.
La población es consciente del deterioro progresivo de la asistencia sanitaria en Salamanca. Desde luego, nadie diría que la consejería de sanidad apuesta por una sanidad pública cuando un paciente tiene que esperar días para que le vea su médico de atención primaria; cuando en la consulta con su médico es más preocupante si funciona o no el sistema informático que la propia enfermedad; cuando tiene que sufrir largos periodos de espera para que le vea el médico especialista (en algunos casos como en oftalmología hasta dos años) ; cuando como última solución acude a Urgencias -verdadero tubo de escape del sistema- y se encuentra con un servicio saturado porque otros han pensado exactamente lo mismo que él; cuando tiene que desplazarse fuera de la provincia porque la mejor solución que se ha encontrado es derivar los pacientes quirúrgicos a la medicina privada, con los gastos extra que ello conlleva.
Mientras, se está reduciendo la plantilla del hospital.
Los síntomas son claros y es preciso plantear soluciones. Por ello se convoca una tercera marea blanca: para demostrar que los salmantinos no estamos dispuestos a soluciones simplistas, que exigimos una solución real al problema de nuestra sanidad pública. La tercera marea blanca del domingo 17 de mayo es nuestra oportunidad.
Te esperamos.
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